Let's play

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Narrador omnisciente

El tiempo parecía pasar lentamente  en ese lugar, pero ya habían pasado cinco días, el raptor solo aparecía a mediados de tarde para dejar unos huevos revueltos con una gaseosa. Wendy aprovechaba para esconder las botellas vacías y Finney no entendía para que diablos podía quererlas, después de todo su hermana no le explicaba.

Esa noche la puerta se abrió con lentitud, ambos chicos se acomodaron en el sucio colchón, ella no estaba segura de cómo era el raptor porque intentaba observarlo lo menos posible, pero ahora se había acabado.

Cuando su figura fue visible ambos levantaron la vista, el hombre mayor respiro profundo, como si le exitara tener dos menores de edad observándolo con odio, verdaderamente era desagradable.

La bandeja de comida fue dejada en el suelo, pero ninguno alejo la mirada de él y eso pareció descolocarlo.

Wendy se levantó de la cama, Finney también  aunque se mantuvo algunos pasos detrás.

–¿Por qué haces esto? ¿Qué ganas?–

El silencio reino por pocos segundos, luego se escucho la risa depravada y sus pasos en el sucio suelo, ella no retrocedió y él aprovecho para acariciar su cabello. Parecía encantarle hacer eso, pero luego su mano bajo a su cuello y Wendy quiso vomitar, solo quería golpear a ese imbecil.

La mano sobre su cuello hizo presión, un chillido escapo de su garganta y Finney la tomó del brazo para alejarla de él,  pero aun así no lo logró.

–¡Déjala, la lastimas!–

Entre los forcejeos Finney acabo en el suelo,  cuando el raptor quiso patearlo Wendy se interpuso, ella lo cubrió con su cuerpo y el golpe llegó a sus costillas.

–Malditos mocosos, debería romperles los huesos...– Él gruñó y golpeó con su pie la bandeja, caminando con rabia hacia la escalera, pero la puerta no se trabo. Eso era una invitación a jugar y Wendy sabía que estaba dirigida a ella.

Con cuidado ambos se sentaron, ella levantó su buzo y ahí pudo ver la mancha púrpura que comenzaba a formarse, estaba segura de que Robin le arrancaría la cabeza a ese tipo si la viera.

Finney bajo la cabeza, se sentía un inútil por no poder cuidar bien de su hermana, para comenzar estaban ahí por cosa suya. Wendy tomó la campera que se encontraba sobre el colchón y se la coloco, iba a conseguir un arma a como de lugar.
























Ambos esperaron un buen rato, Finney intento convencerla de que no fuera, pero era la única opción viable. Si su hermano subía de seguro quedaría congelado por el trauma previo.

Avanzo hasta la puerta, el miedo le provocaba un molesto temblor en las rodillas, sus manos tomaron el pomo y luego de tirar subió los primeros escalones. El paliacate de Robin ahora estaba amarrado a su cabello, sosteniendolo en un desordenado moño.

Al llegar a la cocina respiro lento, podía escuchar suaves ronquidos y el alivio la inundó. Se dirigió hacia los cajones de la cocina, en uno de ellos había copias de unas llaves, Wendy las escondió en su pantalón y siguió buscando.

Sería tonto decir que no estaba a nada de llorar, otra persona correría hacia la puerta, pero si hacia eso la atraparian y ninguno conseguiría más que una muerte segura. Estaba por tomar un cuchillo, pero el raptor se movió y por el miedo acabo tomando un martillo de moler carne, de inmediato lo escondió en su campera.

Al retroceder intento no generar ruidos, pero choco con el tarro de la basura, el raptor abrió los ojos y entonces ella intento correr.

El hombre la siguió y tomó por el cabello, tirando de su cuerpo, por unos segundos recordó a su padre y se odio a sí misma por no ser capaz de defenderse. Cuando impacto en el suelo,  se contuvo de gritar, puesto que el martillo choco con el golpe que le habían proporcionado antes.

Intento arrastrarse lejos, pero él ya tenía su cinturón en mano y el escapar fue solo un pensamiento estúpido. Wendy cubrió su rostro, haciéndose lo más pequeña posible en el suelo, no queria ver y menos escuchar, así que busco algún recuerdo en su mente que la llevara lejos de ese lugar.

Después del tercer golpe su piel comenzó a sangrar, él se aseguró de romper partes de sus prendas, pero gracias a la voz de alguien, todo se detuvo. El raptor pareció gritar, ella solo escucho algo sobre un perro y que volviera a dormir, sin embargo al mirarla solo suspiro.

Fue arrastrada nuevamente hasta el sótano, pero esta vez su cuerpo rodó por las escaleras, parecía que verla llorar y revolcarse de dolor le gustaba, porque apenas llegó a su lado piso sus piernas con fuerza.

–Ruegame que pare, Wendy– Su voz sonaba dulce, pero en cambio sus palabras estaban llenas de depravación.

Ella tembló bajo su mirada, sus piernas siendo aplastadas por el pie del hombre adulto, sin embargo levantó la cabeza y le escupió.

–Antes me matas, puto loco...– Él sonrió, como si hubiera descubierto un nuevo juguete, Finney Blake había dado la misma respuesta y entonces supo que esos niños eran especiales –Te juro que voy a arrancarte esa maldita máscara, el mundo entero verá el enfermo rostro que escondes–

La puerta se cerró con ella dentro, Finney no demoro ni dos segundos en correr para sostenerla.

El raptor podía creer que había ganado, pero no estaba viendo más allá de su propia nariz. Wendy sonrió mientras su hermano la llevaba a la cama, entonces sacó de su bolsillo un juego de llaves y los ojos de Finney se llenaron de sorpresa, aunque fue aún mejor cuando vio el martillo de moler carne.

–Voy a ser la peor pesadilla de ese hijo de puta–

SAY YES  Robin Arellano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora