Bad Decisions

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Narrador omnisciente

Cuando Wendy logro levantarse del césped noto la herida que había provocado en su rodilla, no era un corte muy profundo pero si lo suficiente para que ardiera. Ella reviso la radio, tenía la esperanza de que funcionara, pero solo hacia un ruido extraño y con resignación dejo el aparato en su pequeño morral para poder moverse con más libertad.

Si los sueños de Gwen era correctos, Finney se encontraba en esa casa, muy posiblemebte en algún sotano. Estaba decidida a volver con su hermano, por lo que camino al rededor del terreno en busca de alguna ventana que diera a una habitación bajo tierra, el lado izquierdo estaba despejado y por unos segundos creyo que todo era en vano, pero al final lo encontro.

En la parte trasera de la casa se encontraba una ventana pequeña, lo soprendente era que no había ninguna reja. Wendy no tuvo que pensar mucho para tomar una decisión, simplemente se sento en el suelo y rompio con sus pies el vidrio.

-Finney.. ¿estas ahí?- Su voz hizo eco en la habitación vacía, entonces ella supo que él no estaba ahí y sus esperanzas cayeron nuevamente, su hermano parecía haber sido tragado por la tierra.

La fiebre la tenía mareada, necesitaba descansar y pensar con calma más tarde, entonces cuando estuvo a punto de irse el walkie talkie funcionó y la voz de los chicos se escucho a través del aparato.

-Wendy..vuelve, ¿donde te metiste?- Ese sin duda alguna era su ¿novio? Ahora se preguntaba seriamente si Robin y ella estaban saliendo, por su parte creía fielmente que sí -Te necesito...- Esa voz fue de Gwen y de fondo logro escuchar a Griffin consolarla, aunque no lo escucho estaba segura que Bruce también estaba ahí.

-¿Me escuchan? Encontré la casa, pero...- Ella dejo de hablar al escuchar pasos, parecían provenir del costado de la casa, solo no tuvo suficiente tiempo para correr, porque cuando lo intento una áspera mano la sostuvo los los hombros mientras sentía un líquido asqueroso en su boca -¡Sueltame! No, no..Ro...-

Los chicos gritaron detrás del radio, Robin salió furioso de la casa, estaba dispuesto a encontrar a Finney y a su novia, maldición. Se sentia un idiota por no lograr detenerla, ya le habían arrebatado a su mejor amigo y ahora a la chica que amaba.

...

Su cuerpo entero dolia como el demonio, quería culpar a la fiebre pero sabía que el forcejeo con aquel hombre también la había cansado, aún así ella dio pelea e incluso mordió con fuerza lo que creía era el brazo del secuestrador.

Mientras su cabeza daba vueltas, abrió sus ojos y observo unas escaleras, estaban bajando. Quiso alejarse de los brazos de aquel enmascarado, pero solo consiguió que él la insultara y arrojará a lo que parecía un colchón, lo asocio a aquello porque su cuerpo rebotó y de no ser sostenido por un par de manos, habría caído al suelo.

-¡Hijo de puta! ¿Por qué a ella?- Wendy reconocería esa voz donde fuera, incluso estando drogada o a punto de combulsionar por la fiebre, ese era su hermanito. Como pudo se arrastro más contra él, aferrándose a su remera, quería alejarlo de ese hombre incluso cuando no podía ni siquiera moverse correctamente.

Finney la abrazo, hamacandola suavemente entre sus brazos, su hermana mayor parecía haber perdido peso, su piel estaba más pálida y su rostro se encontraba rojo por la fiebre. Él no dudaba de que Gwen y Wendy lo buscarían, pero jamás imagino que acabaría en ese sótano con alguna de ellas.

-Finney, mi niño, ¿acaso conoces a esta niña? Ella se ve...- El raptor hablo con lo que parecía ser una voz dulce, como la de un padre que sólo deseaba lo mejor para sus hijos, pero a mitad de su enfermo discurso se quedó callado, como si hubiera visto detrás de ambos niños y supiera la verdad -¿No me digas que esta pequeña es tu hermana? No pense que fuera tan estúpida para venir hacia mí, pero supongo que será tan especial como tú-

El chico retrocedió en el colchón, arrastrando consigo a su hermana, quería quebrar hasta el último hueso de ese bastardo.

-Si la tocas juro que te mataré, no pongas ni uno solo de tus sucios dedos sobre ella.-

El aire estaba helado, pero fue aún peor cuando aquel hombre mayor dejó escapar una tétrica carcajada, elevando sus hombros con desinterés mientras se dirigía a la puerta. Finney tuvo miedo de lo que podría suceder.

SAY YES  Robin Arellano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora