prólogo

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Lali estaba desesperada por no poder encontrar trabajo. Pero como era menor de edad con le podían dar.

Un día en el parque ella estaba llorando, porque no tenía donde vivir y su hermana le pedía comida. Estaba tan desesperada que pensó en robar, pero se acordó un día que le dijo su madre: que tan fuerte sea la desesperación que tenga, no debe robar y que siempre hay una luz al final del túnel. Además no quería darle un mal ejemplo a su hermana. Su hermana estaba en un lugar de acogidas donde todos iban a dormir y a veces a comer, pero no podían seguir en ese lugar ya podrían estar buscándolas.

Ella no sabia que hacer; se llevó la manos a su cabeza, tenía que pensar algo. De pronto Se le acercó una muchacha casi de la misma edad que ella. Le pregunto: ¿qué pasaba? Lali quería alejarse pero por alguna razón le tenía confianza.

Lali le contó todo a esa desconocida. Ella le dijo que le podía encontrar un trabajo. Lali se emocionó, pero después se acordó que no sabia su nombre y se lo preguntó:

— ¿Cual es tu nombre?

— Lo siento, se me olvidó decirlo. Mi nombre es Eugenia Suarez. — le respondió.

— Mucho gusto euge. Soy Mariana Espósito, pero me puedes decir Lali.

— Okay. Ya nos presentamos como te iba diciendo tengo un trabajo para ti. Pero no se si te va gustar.

— No importa. necesitó el trabajos. ¿Y de que se trata?

— Es bailar en un burdel, ahí trabajo yo como bailarina. — Lali abrió los ojos como plato al escucharla decir eso.

— Quieres decir.... ¿Bailar desnuda en un tubo?

— No, desnuda no. Pero si bailar en un tubo, acompañar a los clientes para que gasten en el club. Te aseguro que la paga es muy buena y más lo son las propina. Y allí hay guardias que nos cuidan para que los clientes no se sobrepasen con nosotras. Si hay chicas que se acuestan con los clientes, no te voy a mentir en eso, pero es decisión de ellas. Yo no lo hago, Sólo bailo y ya. ¿Qué te parece?

Lali lo pensó mucho en si hacerlo o no. Iba a decir que no, pero pensó en su hermanita es muy pequeña y ella es lo único que tiene.

— Está bien, acepto Eugenia.

— ¡Bien! Te llevaré con el dueño para que hables con él.

— Eugenia....., ¿Cuántos años tienes? — Le pregunta sonrojada.

— Diecisiete años. ¿Y tú?

— Dieciséis años.

Las dos se dieron una gran sonrisa. Pero Lali pensó de pronto. Que no tienen donde vivir ya que ellas han dormido en la calle.

— Eugenia.... — le habló con la voz temblorosa

— ¿Sí? ¿Pasa algo?

— E-s.....que. Mi hermana y yo, no tenemos donde vivir. Hemos estado durmiendo en un lugar de acogida. — dijo bajando su cabeza y botando unas cuantas lágrimas.

— Eso no es problema. Puedes vivir conmigo.

Le dio una gran sonrisa y Lali le agradeció muchas veces por ayudarla.

Fueron a traer a su hermana.  Lali las presentó, la niña saludó con pena y eso a Euge le dio ternura. fueron a la casa de ella. Una casa muy acogedora, se dijo para si misma a solo entrar. Eugenia le dio una habitación para que ellas se instalaran. Estrella estaba tan feliz en tener una cama donde dormir.

Después de instalarse. Lali dejó a su hermanita con una vecina de Eugenia. Era muy amable y le prometió cuidarla bien.

Ella y Eugenia fuero al burdel, a Lali le dio mucho miedo ya que nunca pensó en hacer algo así, pero haría todo para cuidar a su hermana y que estuviera bien. Eugenia le presentó un hombre mayor, pero muy atractivo.

— Es el dueño. — comunicó Euge.

«Vaya» — pensó a ella al ver al dueño. — «Es muy atractivo.»

Él le sonrió y acto seguido ella se sonrojó al ver al imponente hombre frente a ella.

 No me puedo enamorar. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora