Perla
Cada día, cada mes, descubro algo nuevo. Ahora sé que mi hermana está protegida, aunque no logro entender del todo. No entender es algo común en estos meses. ¿Quién más podría protegerla? ¿Acaso los de la Cruz Roja? No, eso no tiene sentido, porque ellos parecen querer destruirnos. Entonces, ¿quién la protege realmente? ¿O es que en verdad la protegen?—¿En serio no tienen más información ? —insisto
—No, ellos no tienen más información —me sorprendo y a la vez me alegro al ver a Julian pues eso significaba que ya buscariamos a mi hermana.
—¿En serio ahora venís?
—Mi vida no gira en torno a vos—miró a los padres de Benjamín con seriedad —Tenía otras cosas de las que encargarme.
—Perla ¿Quién es él?—preguntó Elena.
— ¿Quién soy? Eso no es lo importante por ahora—Cruzó los brazos y sonrió levemente, inclinándose hacia adelante.—Lo que realmente cuenta es que yo los conozca a ustedes—Sus ojos recorrieron a cada uno de ellos, como si conociera todos sus secretos.
«Espera. No conocen a Julián, lo que sugiere que no tiene relación con la Cruz Roja. Sin embargo, su comportamiento indica que podría tener información sobre ellos. Lo mismo ocurre con Tomás; De acuerdo con lo que me contaron, él nunca formó parte de la historia, pero sus palabras me hicieron entender que conocía la Cruz Roja. Si nunca fueron parte de ella, significa que alguien les contó. Tal vez Tomás se enteró por Steven o durante la búsqueda de su nieta. ¿Y Julián? Él dice saberlo todo, pero ¿qué hace realmente para obtener más información que la que tienen los padres de Benjamín ?».
—¡Eh! ¿Estás ahí? —me llamaron, sacándome de mi pensamiento.
Al volver, me encontré con Julián frente a mí con su mirada intensa.
—Parece que te perdiste en tus pensamientos —dijo con una sonrisa burlona—. ¿Pensabas en mí? Debes saber que eso puede ser peligroso.
Su tono juguetón me irritó.
—¿a caso ustedes dos son...
—¡Jamás! —dije rápidamente, interrumpiendo a Steven, quien frunció el ceño, ya anticipando la pregunta que iba a hacer. Le tomé la mano a Juliá y lo arrastré hacía la habitación. Llegando empecé a buscar mi libreta.
—le das rápido a esto —encuentro la libreta y lo veo mirando la cama mientras empezaba a quitarse su chaqueta negra; por lo visto le encantaba el negro.
—Ni te atrevas —le advertí notando sus intenciones. —mira —puse la libre en su pecho el la tomó y esperé que terminara de leerla mientras me sentaba en la cama con las piernas cruzadas —¿eso era lo que querías ?
El levantó la mirada para mirarme y regalarme una sonrisas de lado mientras sentía su mirada penetrante hacia mí.
—¿Buscas provocarme? —descrucé mis piernas y me levanté.
—No estoy provocando a nadie —respondí, desafiándolo con la mirada.
Él dio un paso. —Pero pareces disfrutarlo —dijo, su voz un susurro y más gruesa que antes.
«Este tipo no me llevará a lo que quiero, voy a tener que buscarlo por mí misma».
Me acerqué un poco—Tal vez… solo un poco —admití, sonriendo de manera provocadora.
Él sonrió también, su mirada recorrió mis ojos como si buscara respuestas.
—¿Y si me atrevo? —preguntó, bajando la mirada hacia mis labios.
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La cruz roja
RomanceDicen que el amor no es ciego, pero nos priva de la vista, porque una vez que lo conocimos, ese amor es lo único que puede hacernos sentir vivos; nos da coraje, pero también nos da desesperación la idea de perderlo. Amar incluye la crueldad de tener...