Capítulo 9

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Martes 14 de marzo, 12:35 horas.

—No he terminado —advirtió Xiao antes de que Jungkook y Kim pudieran pronunciar palabra.

—No hemos venido a presionarte —dijo Jungkook, y se sacó una bolsa de papel blanco del bolsillo del abrigo—. Hemos venido a sobornarte.

Xiao arqueó las cejas.

—¿Qué llevas ahí?

Jungkook la sostuvo fuera de su alcance.

—Pastel de queso. Está buenísimo. —Jungkook lo había llevado con la intención de guardárselo para merendar, pero Xiao parecía decepcionado; cada vez que trataba de alcanzarlo sin conseguirlo se le ponían los pelos de punta. La madre de Jungkook siempre le decía que la mejor manera de cazar moscas era atraerlas con miel, y el pastel de queso estaba cubierto de ella.

Xiao lo miró con mala cara.

—Juegas sucio, Jeon. Vamos, dame eso. —Atrapó la bolsa, la abrió y husmeó el contenido—. Hay diferencias de matiz.

—¿Qué quiere decir eso? —preguntó Kim.

—Que he encontrado sonidos distintos, pero en la cinta no se repiten lo suficiente para estar seguro. La imitación es muy, muy buena. —Vaciló un momento y miró primero a Jungkook y luego a Kim—. ¿Estáis seguros de que el psiquiatra es inocente?

Jungkook oyó que Kim rechinaba los dientes.

—Segurísimos —gruñó Kim.

Xiao se encogió de hombros.

—Pues quienquiera que haya sido lo tiene bien estudiado.

A Jungkook la situación le recordó a las escuchas clandestinas de Richard Nixon.

—¿Crees que podría tratarse de un profesional?

Xiao se encogió de hombros.

—Es posible; como mínimo vale la pena tenerlo en cuenta. Los mejores imitadores suelen ser humoristas. Algunos ponen voz a los dibujos animados, pero en Busan no hay muchas personas que se dediquen a eso.

—Las actrices de teatro también suelen imitar voces —aventuró Kim. Extrajo del bolsillo de su camisa el sobre con los micro casetes y se lo tendió a Xiao—. En realidad, no solo hemos venido a sobornarte. ¿Puedes dejarnos oír esto?

Xiao vació el sobre en la palma de su mano.

—En este equipo no. —Se dirigió a un armario y estuvo revolviéndolo todo. Cuando se incorporó sostenía una pequeña grabadora en la mano—. De momento, es lo mejor que tengo. —Introdujo una de las cintas en el aparato y pulsó el play.

Jungkook frunció el entrecejo al oír el estridente lamento.

—¿Qué coño es eso?

Xiao se llevó el aparato al oído.

—Parece que digan: «Hyo Rin, Hyo Rin, ¿por qué lo hiciste?»

Le entregó la grabadora a Jungkook con semblante inquieto.

—Es escalofriante. Parece una voz infantil, pero resulta difícil distinguir bien los sonidos. Estos aparatos no ofrecen una calidad muy buena.

Jungkook escuchó la cinta; luego la rebobinó y volvió a escucharla.

—Min Hyo Rin guardó las cintas en su caja de seguridad dos días antes de morir. —Miró a Kim a los ojos—. Los altavoces.

—Tienes razón —respondió Kim en tono grave—. Alguien trató de hacer creer a Min que su hermana la llamaba desde la tumba. Pero ¿por qué lo grabó?

No puedes huir de miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora