Capítulo 23

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Viernes, 17 de marzo, 20:48 horas.

—¡Policía! —Jungkook se hizo a un lado y el cuerpo especial de intervención echó abajo la puerta del piso. A Jungkook se le cayó el alma a los pies. En el balcón estaba Lisa, sola. Apenas consiguió divisar dos manos que se aferraban desesperadamente al alféizar.

«Jimin.» Jungkook echó a correr, pero Lisa Manobal se volvió con expresión violenta y perturbada.

—Si no os vais todos, le dispararé a las manos —amenazó con total tranquilidad—. Y si se cae, son doce pisos. O muere o deseará haber muerto, y vosotros también.

Namjoon se situó detrás de Jungkook.

—A la de tres, Jungkook —dijo en voz baja—. Una, dos...

«Tres.» Namjoon y Jungkook dispararon a la vez y la fuerza combinada de sus armas sobre el torso de Lisa arrojó a esta por encima de la barandilla. Jungkook no se molestó en comprobar dónde había caído; corrió al balcón y entre él y Namjoon tiraron de Jimin hasta que estuvo a salvo. Estaba pálido y jadeante, demasiado afectado para pronunciar palabra.

Jungkook lo meció entre sus brazos y lo llevó al salón.

—Ha caído a la calle —anunció Namjoon desde el balcón—. Está muerta.

—Círculo cerrado —susurró Jimin—. Como Hyo Rin.

En ese momento Jungkook supo que no abandonaría a Jimin jamás. El hecho de ver sus dos pequeñas manos aferradas al borde del balcón había sido como perder veinte años de vida.

Jimin se esforzó por tenerse en pie.

—Mi padre. Llama al 911. Necesita oxígeno.

Y el también, pensó Jungkook. Lo sostuvo mientras el corría hacia la habitación donde Park Yun Hyeong permanecía tendido, todavía atado y pálido. Levantó la vista y, al verlos, cerró los ojos en señal de alivio.

—Estás vivo. He oído los disparos.

Jimin se dejó caer de rodillas y buscó la navaja para cortar las cuerdas. Lloraba pero a Jungkook le pareció que el ni siquiera se daba cuenta. Tenía las manos temblorosas y la navaja representaba un peligro.

—Está muerta, papá. Lisa está muerta.

—Jimin. —Jungkook se acuclilló a su lado y le quitó la navaja de las manos—. Siéntate y respira. —Con rapidez, cortó las cuerdas que ataban a Yun Hyeong y ayudó al anciano a estirar las extremidades—. Os voy a llevar a los dos al hospital y no protestaréis, ¿de acuerdo?

Yun Hyeong miró a Jimin.

—Si tú vas, yo también.

El asintió; mientras se cubría la boca con la mano.

—De acuerdo.

—¿Jimin? ¿Papá? —Yoon Gi se deslizó velozmente hasta la puerta abierta y se detuvo en seco—. Santo Dios, Jimin. —Se dejó caer de rodillas junto a el y lo estrechó entre sus brazos—. Choi me ha llamado y he llegado cuando aún estabas colgando del alféizar. Creía que ibas a caer. —Lo estrechó más fuerte y lo meció.

Yun Hyeong abrió los ojos como platos.

—¿Estabas colgando del alféizar? Santo Dios.

—Pensaba que iba a darme un ataque —dijo Yoon Gi con vehemencia—. Mamá y yo estábamos ahí plantados; nos hemos quedado sin respiración. Entonces Lisa se ha caído y Jeon te ha ayudado a subir. —Levantó la cabeza con gesto trémulo y miró a Jungkook a los ojos—. Gracias.

No puedes huir de miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora