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—¿Y tú crees que me gusta no poder controlarme? ¡Detesto no poder dejar de pensar en ti! ¡Te odio... de verdad! ¡Eres una...! —dejó la frase en el aire y me miró con sus penetrantes ojos esmeralda, dándome cuenta de que sus ojos ya no portaban ese brillo de picardía y diversión que tanto los caracterizaban. Algo andaba mal. —¡A esto me refiero! — continuó, pasó las manos por su cabello, demostrando cuán frustrado estaba —¡Me vuelves loco, joder, loco de remate! ¿Y todavía tienes el valor decir que creías que yo te quería? ¿Por qué mierda me dices una estupidez como esa? ¿Por qué te lo dije una maldita vez? Lo hice por accidente, joder, ¡Entiéndelo!
Los ojos me ardían, avisándome que más lágrimas amenazaban con salir, respiré profundamente varias veces y le sonreí con sorna, ocultando todo el dolor que sus palabras habían causado en mí, que me habían hecho pedazos, a pesar de que tantas veces él me prometió que no me lastimaría, pero bueno, no se podría esperar menos de un villano, pero ésta era la última vez, a partir de ahora él ya no existe para mí.
