Capítulo 4| Una tarde con Henry.

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Estaba tratando de arreglar mi cabello que era un desastre total, llevaba unos vaqueros de mezclilla, unos converse negros con blanco, una blusa de tirantes delgados negra y encima una camisa de 3/4 de cuadros azules en diferentes tonos.
Después de haber logrado peinar mi rebelde cabello en una coleta alta, bajé al primer piso, ya habíamos vuelto a casa, no desayuné pues Henry me había invitado a desayunar en la cafetería de La Abuelita, me despedí de mi madre, prometiéndole llegar temprano a casa.


[...]


- ¡Claro que no! - nos encontrábamos en la cafetería, discutíamos, ya que Henry negaba lo que mi madrina había dicho sobre su enamoramiento hacia su amiga, Harold era y es un caso perdido, siempre ha sido esa clase de chicos tímidos que les cuesta expresar sus sentimientos o emociones hacia una chica con la que sé que se sienten atraídos.
Rodeé los ojos cansada de que no lo admitiera.

-Escucha, Harold, deja de negarlo- él se sonrojó -tal vez no nos hayamos visto en años, pero eso no cambia nada, te conozco y lo sabes.

-De acuerdo- bufó fastidiado -sí, me gusta.

- ¿Qué? Perdón, no te escuché- dije divertida.

- ¡Qué si me gusta! - exclamó tan rojo que parecía un tomate, reí, había extrañado molestarlo, Henry también era esa clase de personas que pierden la paciencia muy fácilmente y yo tengo cierto don que, para Harold era más bien una maldición, de sacar a las personas de sus casillas, ¿qué? Es divertido.


[...]


Luego de haber terminado nuestro desayuno, con Henry había decido dar un recorrido por Storybrooke. Estábamos caminando por un parque con un helado en la mano, el de Henry era de sabor vainilla con fresa y el mío de napolitano.

-Hola, Roja- saludó Harold tímidamente a una chica que estaba en una banca leyendo un libro, el cual no alcancé a leer el título ya que lo colocó en su regazo para voltear a vernos.
Tiene la piel blanca, cabello marrón que le llegaba a la mitad de su espalda, ojos verdes, llevaba unos vaqueros negros, unos zapatos bajos, blusa blanca suelta y una hermosa chaqueta roja carmesí.

-Hola, Henry- ella le sonrió y Henry se puso colorado, entonces las piezas encajaron, ella es su amiga de la que está enamorado y no lo culpo ella es bastante hermosa y se ve simpática, le pegué un codazo a Henry, él pareció reaccionar, solté una pequeña risa y la chica igual.

-R-roja, ella es...

-Skylar- interrumpí a Harold -pero llámame Sky.

-Soy Roja, pero puedes decirme Rubí- ella sonrió, una idea cruzó por mi mente, y sonreí maliciosamente para mis adentros.

-Así que tú eres Rubí- dije fingiendo sorpresa -Henry me ha hablado mucho sobre ti.

- ¿D-de verdad? - titubeó sonrojada, mientras Henry me fulminaba con la mirada.


[...]


Iba de regreso a casa, con la excusa de que mi madre me había llamado, aunque por la mirada que me mando Henry supe que se había dado cuenta de mis intenciones, ¡Que va! Me lo agradecerá después, lo sé.

-Disculpe- dije al notar que estaba tan distraída, que no había prestado atención por donde iba y había chocado con alguien.

-Descuida, preciosa- levanté la vista encontrándome con unos ojos grises, era un chico, alto, llevaba ropa extraña y una capucha que le ocultaba el rostro, pero, aun así, sobresalían pequeños mechones rubios. Rodeé los ojos al escuchar cómo me llamo, si, era de suponerse, un idiota de primera, le sonreí forzadamente y continúe mi camino, pero él sujetó mi brazo con firmeza.

-Eres nueva por aquí, ¿cierto? - preguntó arqueando una ceja, le iba a responder de una forma no muy educada, pero una voz me interrumpió.

-Suéltala, Félix- Henry estaba a unos metros de nosotros con la mandíbula tensa y sus nudillos blancos - ¿No me escuchaste?

El tal Félix me soltó bruscamente el brazo y a zancadas largas me dirigí a Henry, el cual me abrazó protectoramente, el chico nos miraba divertido, en cambio Harold lo mataba con la mirada.

- ¡Vaya! Al parecer el pequeño Henry, tiene novia- dijo el chico burlón - ¿Quién es la señorita?

-Nadie que te importe- espetó Henry molesto.

-Como sea- dijo restándole importancia -Estoy buscando a alguien.

- ¿Y....? - preguntó Harold desinteresado.

-Quizás tú puedas ayudarme.

- ¿Qué te hace pensar que te ayudaré? - dijo el castaño molesto, coloqué una mano en su hombro para tranquilizarlo.

-Si lo haces, te dejaremos en paz a ti, y a tu familia- mi amigo pareció meditarlo, miro al tal Félix con desconfianza.

- ¿Cómo se llama? - preguntó serio.

-Skylar, Skylar Jackson.

Don't hurt me | Peter Pan |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora