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-Cariño- escuché una voz -despierta.
Poco a poco fui despertando del sueño, estaba en una cama, podía sentir la suave tela debajo de mí, y también podía sentir la cómoda almohada en la que descansaba mi cabeza. Me incorporé, entonces me percaté de que no estaba en mi habitación, las paredes eran de un azul cielo, había posters de diferentes bandas de rock y pop-rock, cuadros con fotos donde aparecía un chico castaño y una mujer rubia, los cuales me parecían bastante familiares, mi madre estaba sentada a los pies de la cama mirándome fijamente.
-¿Dónde estamos?- pregunté curiosa, ella sonrió de oreja a oreja, más no dijo nada, me extendió una mano y yo dudosa la tomé, salimos de la habitación, caminamos por un pasillo, hasta llegar a unas escaleras, las cuales bajamos, perdí a mi madre de vista, escuché varias voces provenientes de una puerta, no entendía con exactitud de lo que hablaban, ya que estaban hablando al mismo tiempo y sus palabras se mezclaban, haciendo que fuera difícil saber lo que decían. Cuando entré, todos se pusieron de pie, yo me quedé parada en la puerta de lo que parecía el living, mi madre se acercó a mí y me tomó de los hombros posicionándome frente a una mujer rubia, la cual seguro no pasaba los 35 años.
-Hola, Sky- ella me abrazó y un poco confundida le correspondí -estas muy grande, tal vez no me recuerdes, soy Emma, éramos vecinas allá en Boston, tú y Henry eran mejores amigos.
¡Claro! Ahora sé por qué me eran tan familiares, la mujer rubia, es Emma Swan, la mejor amiga, casi hermana de mi madre y mi madrina, y su hijo Henry, ahijado de mi madre y mi mejor amigo, la abracé con entusiasmo y ella me correspondió de igual manera.
-Claro que me acuerdo de ti, madrina- ella sonrió y le devolví la sonrisa - ¿Y Henry?
[...]
Ya se habían presentado las personas que se encontraban ahí, Mary Margaret, una mujer pelinegra de cabello corto, ojos azules y piel tan blanca como la nieve, David, castaño tirando a rubio, ojos verdes y pareja de Mary, Regina Mills, cabello a los hombros, pelinegra, ojos marrones, y de mirada fría y calculadora, el señor Gold, cabello por el mentón, color café opaco y ojos ámbar y Killian Jones, también pelinegro, ojos azules, tampoco rebasaba los 35, muy guapo, por cierto, Emma me había dicho que Henry estaba con una "amiga", si, entre comillas, porque según mi madrina Henry no la miraba como amiga, ya entienden.
-¡Ya llegué!- se escuchó mientras la puerta principal era cerrada, Emma me miró sonriente, sabía lo que eso significaba, Henry había llegado, por la entrada del living entró un chico, de unos 15 años, alto para su edad, castaño, ojos marrones, de complexión delgada pero con algunos músculos notables, llevaba unos vaqueros gastados de mezclilla, una camisa 3/4 de cuadros rojos y blancos, unos tenis negros y el cabello un poco revuelto y con una gran sonrisa plasmada en su rostro, que inmediatamente fue reemplazada por una mirada de confusión al verme -¿Quiénes son ellas?
-Hola, Harold-sus ojos se abrieron como platos y su boca formó una perfecta "O".
