X. Luca

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Habían pasado varios días desde el encuentro con el fénix, e Evie no había podido olvidarlo. Tampoco se podía quitar de la cabeza el sueño que había tenido... Pero intentaba no pensar en ello.
Había contado lo del ave a Lía, a Neil y a Mikael, y los tres se habían quedado también boquiabiertos. De hecho, a ninguno le sonaba que hubiera habido nunca un encuentro así con un fénix: sí que habían oído historias de gente a la que se les había aparecido uno, generalmente en situaciones de peligro, pero nunca habían escuchado de uno «tocando» literalmente a un solar. Y, por si fuera poco, tampoco sabían que existieran fénix tan grandes como el que había visto Evie. De hecho, lo más frecuente era toparse con uno del tamaño de poco más que una paloma.

Todo lo que ocurría en el entorno de Evie, desde lo más sencillo a lo más complejo, estaba lleno de misterios y secretos. Empezaba a fastidiarle mucho.

Al menos aquél día esperaba destapar alguno de los enigmas que le rodeaban: había quedado con Erik para ir a ver a Luca e intentar averiguar algo sobre su padre.

No es que le hiciera mucha gracia tener que ir con Erik, pero era el único que lo conocía. Le había preguntado a David primero, con la esperanza de que el hermano pequeño también lo conociera, pero no hubo suerte.

Erik era un buen chico y las pocas veces que había estado con él siempre la había ayudado, precisamente razón por la que no tenía ganas de verle: de las pocas ocasiones en las que había estado con él, la mitad habían sido situaciones vergonzosas para Evie.

La chica miró sus cereales. Llevaba tanto rato ensimismada que se le habían quedado blandos hasta el punto de deshacerse. Hizo una mueca y suspiró, pero se los comió igualmente.

 Hizo una mueca y suspiró, pero se los comió igualmente

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—Gracias por venir —dijo Evie al encontrarse con Erik—. Puesto que no le conozco de nada, me daba vergüenza ir sola... Te lo agradezco mucho.

—No hay de qué —respondió Erik mientras sonreía. Parecía realmente contento—. Para eso están los amigos. Esperemos que Luca esté en casa.

—¿No le has avisado? —preguntó extrañada.

—Creo que si le hubiera avisado no habría sido posible verle —contestó sin dejar de sonreír—. Luca es un hombre un poco... «asustadizo».

Evie se quedó mirándole, sin comprender del todo lo que quería decir.

—Verás, sé que tú quieres verle para conocer más sobre tu padre ya que parece que Luca le conocía, pero yo no solo he venido por acompañarte —Erik bajó la voz y miró a su alrededor antes de seguir hablando—. El día que fuimos a la Casa del Sur, cuando encontramos a Eról, Luca estaba más nervioso de lo habitual. No era normal en él. Además, ni siquiera preguntó qué hicimos allí abajo tanto rato. Como personal de seguridad, tiene la obligación de hacerlo. Por tanto yo veo dos opciones: o fue irresponsable y desobedeció órdenes o... Las estaba cumpliendo —para cuando terminó de explicarse, había perdido la sonrisa y se había puesto completamente serio. Parecía otra persona sin su habitual sonrisa.

Los ojos del Bosque (libro 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora