—Lía—
—Creo que deberíamos llamar a Merian —dijo Lairon desde el sofá—, es mejor hablar lo que ha pasado hoy entre los tres.
Lía miró a Lairon desde la silla en la que estaba sentada. Tenía la espalda totalmente doblada hacia adelante, los codos apoyados casi en las rodillas, y sujetaba su cabeza con las manos. Llevaba en esa postura prácticamente desde que Merian hubiera salido corriendo por la puerta hacía ya una hora, y empezaba a dolerle un poco, pero no se movió.
—Estoy de acuerdo —contestó ella simplemente mientras volvía a bajar la mirada al suelo.
Pasaron nuevamente varios minutos en silencio, sin saber muy bien qué decir. Lía seguía reproduciendo en su mente una y otra vez la imagen de Merian y Lairon besándose, y de igual forma seguía sin tener claro qué sentía. En primer lugar había pensado que eran celos, pero cuanto más lo pensaba más segura estaba de que no podía ser eso: realmente no le enfadaba que se hubieran besado, ni siquiera le dolía, pero sí le había dejado descolocada por la sorpresa.
—Dime qué piensas —dijo Lairon levantándose del sofá. Se sentó delante de Lía en el suelo con las piernas cruzadas entre las de la chica y cogió una de sus manos con las suyas. Le acarició la palma con cariño.
Lía no pudo evitar sentir mariposas en el estómago ante aquél gesto tan sencillo.
—No estoy muy segura —susurró ella—. Es lo que ya te he dicho antes: no estoy enfadada. No me siento traicionada. Estoy... sorprendida. Mucho.
—Lo sé. Lo siento. Ya sabes que lo no tenía para nada planeado... Dudo mucho que Merian lo tuviera en mente tampoco. Creo que ha sido inesperado para todos.
Lía no dijo nada pero puso su otra mano sobre las de él, que a su vez sujetaban la suya.
—Yo... ni siquiera sabía que sintiera algo hacia Mer —confesó de pronto él—. Me cuesta entenderlo incluso a mí, pero tras el beso lo he tenido claro: no sé cómo, pero os quiero a las dos. Os quiero por igual pero es...
—Diferente —terminó ella con una leve sonrisa.
Lairon asintió y sonrió él también. El chico se ruborizó levemente y bajó la mirada a sus manos sin perder la sonrisa. Se le veía emocionado a la par que nervioso. Lía pensó que tenía suerte de tener a alguien tan cariñoso junto a ella.
—Te quiero, Lairon —dijo ella en voz bajita, pero suficiente para que él le oyera.
El chico la miró sorprendido, y de pronto se puso serio.
—¿He dicho algo malo? —preguntó Lía sin entender su expresión.
—Todo lo contrario.
Lairon tiró de las manos de Lía y ella cayó sobre su regazo, con las piernas a los lados de su cadera. La agarró de la cintura y la apretó contra él mientras la miraba directamente a los ojos. Lía observó sus ojos ámbar y pensó que, junto con ese otro par de ojos verdes que tanto quería, debían ser los más bonitos del mundo. Pasó sus manos por el pelo del chico y las dejó apoyadas en su nuca.
—Yo también te quiero —el chico salvó los pocos centímetros que los separaban y la besó.
Fue un beso lleno de ternura... Al principio.
Aunque no había sido consciente hasta hacía apenas unos meses, Lía llevaba mucho tiempo –a pesar de sus más y sus menos– enamorada de Lairon, y quitando un breve beso que le entregó el día que le hirieron en el bosque sombrío, no habían compartido ninguno más. Ahora, al estar así sobre él con sus cuerpos tan juntos, y por fin besándole de verdad, una urgencia desconocida para ella estaba creciendo en su interior.
ESTÁS LEYENDO
Los ojos del Bosque (libro 2)
Teen FictionContinuación del libro Los ojos del Sol. Terminado.