Parte 28. Viajes

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Abrió los ojos lentamente, tomando conciencia y de inmediato notó que estaba sola en la cama, de mala gana se levantó y se dirigió al cuarto de baño bostezando, quien sabe dónde demonios estaba Lauren. Sin prisas, usó el inodoro, luego se lavó la cara y los dientes ; dudó en bañarse o salir a buscarla, finalmente decidió por darse una ducha rápida; cuando salió, envuelta en una bata corta, la encontró terminando de tender la cama.

-La pregunta es, si estamos oficialmente en vacaciones, por qué te levantaste temprano? -Le recriminó, abrazándola por detrás y dándole besos en el cuello.

-Bebé, qué hora crees que es? -Le dijo sonriendo y echando su cuerpo hacia atrás dándole mejor acceso al cuello.

-Las ocho? -Le respondió siguiendo con los besos y acariciándole el abdomen, a la vez que su chica se reía con diversión.

-Pasan de las once. -Le dijo y de inmediato Camila la soltó.

-Cómo es que dormí tanto? -Por qué no me despertaste más temprano? -La atacó con preguntas, pues siempre sufría de esa angustia cuando se despertaba tarde, le daba culpa, en el fondo sentía que dormir demasiado era como desperdiciar la vida.

-Porque, como bien dijiste, estás en vacaciones, mi vida. -Le dijo girándose hacia ella para abrazarla.

-Ah si? Y si son vacaciones por qué tu no estabas en la cama conmigo? -Le reprochó, devolviéndole el abrazo.

-Porque estaba haciendo nuestras maletas. -Le informó, sin deshacer el abrazo. -De hecho me gustaría que revises la tuya, a ver si estás conforme con lo que elegí o si quieres llevar algo más.

-No, amor. -Le dijo empezando a besarle el cuello. -Yo confío en ti, además nunca he hecho una maleta en mi vida. -Lauren se rio porque ya lo sabía, por eso mismo se encargaba de esas cosas, si no lo hiciera, era capaz de viajar solo con la bolsa de uso diario y empezar a comprar lo que fuera necesitando en donde estuviera.

-Qué ricos besos. - Estaba empezando a ponérsele la piel de gallina.

-Necesito que me hagas el amor. -Le ordenó y Lauren se atragantó. Cuando Camila se ponía en ese plan demandante, la ponía terriblemente caliente.

La miró a los ojos, los tenía brillantes y encendidos, en seguida la besó con ardor, de manera profunda y apasionada, mientras con sus manos recorrían sus torsos. Luego, Lauren llevó los besos al cuello, mordiéndolo a la vez que la guiaba a la cama. Se recostó arriba de ella, haciendo que subiera una pierna arriba de su cuerpo, al instante se sentó, permitiendo que sus intimidades se rozaran. Insatisfecha, porque las batas y la poca ropa que llevaban les incomodaba, se detuvo y se arrancó sus bragas y la bata, tirándolas de manera descuidada al piso, mientras que su chica sacaba las manos de su propia bata, volviendo a acostarse con la espalda sobre el colchón, por lo que los pechos quedaron expuestos ante ella, hermosos, pequeños como le gustaban, con los pezones duros, esperando por ella; con su boca se lanzó sobre ellos, besándolos, succionando, mordisqueando levemente, haciendo que su chica le arañara la espalda desnuda, excitándola más. Pasó de un pecho a otro, deleitándose y luego empezó a bajar, besando su abdomen y mordisqueándolo una y otra vez, pero no se detuvo, el final del camino estaba más abajo, así que siguió recorriéndola con besos y lamidas, hasta llegara su paraíso personal. Jugó con su clítoris, que la recibió hinchado y duro, lo chupó con cuidado, le pasó la lengua al rededor y chupándolo de nuevo, mientras los gemidos de su chica empezaban a ser más fuertes. Llevó su lengua un poco más abajo y la metió lo más que pudo, sintiendo su sabor en la boca y recorrerle la garganta, excitándola como loca. Jugueteó con sus labios, lamiéndolos, succionándolos y después metió poco a poco dos de sus dedos. La habitación se inundó con los fuertes gemidos que le provocaba, mientras los sacaba y los metía, haciendo presión en las paredes superiores del canal, cada vez más rápido, a la vez que volvía a lamer el botoncito mágico, de manera rítmica y sincronizada, por lo que unos minutos después, la sintió retorcerse agarrándola fuerte del cabello, se deshizo en un orgasmo enorme y ella, descontrolada por la excitación, sacó los dedos, subió hasta su boca e introdujo los dedos, que al instante lamió. Cuando percibió que había regulado la respiración, empezaron una tijera, Lauren con la espalda sobre la cama y Camila arriba, ambas gimiendo, mirándose a los ojos, con la pasión desbordada, moviendo sus caderas sin perder el contacto de sus vaginas, sus clítoris rozándose eróticamente, hasta que Lauren le puso la palma de la mano en el abdomen, deteniéndola, a la vez que exclamaba su ya acostumbrado.

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