Divinas leyes

Parte 18. Traición

Camila acostumbraba a ir el tercer fin de semana de enero a Poconos, en pensilvania, donde tenía la oportunidad de practicar esquí, snowboard y deslizamiento sobre nieve por las maravillosas tierras nevadas del Kalahari Resorts, donde se alojaba, pero que en realidad era una excusa para coincidir con sus poderosas amistades, quienes tradicionalmente en esas fechas se juntaban en ese hotel por diversión y de paso, establecer y mantener la red de negocios, era como una convención anual, a la que asistían invitados por el magnate petrolero Edmund Kennedy. Pero este año, tenía sus dudas, en primer lugar porque la carga laboral que tenía era abrumadora y en segundo lugar, porque no podía invitar a su chica. Sin embargo, era consciente de que hay cosas que tenía que hacer, sobre todo cuando habló con el licenciado Johnson y le comentó que él no podía asistir por un tema de salud, pero que sabía que los "amigos" del despacho habían confirmado, dentro de los que destacaban un par de senadores, tres de los millonarios dueños de las empresas tecnológicas de Silicon Valley, los dueños de un par de empresas privadas de las industria de hidrocarburos y los hermanos Walton, los mayores dueños de wallmart y Target; por supuesto, asistían más personas al evento, pero estos eran los que interesaban al despacho en aras de cerrar algunos contratos. El que el licenciado Johnson no asistiera, significaba que solo estaría el licenciado Klauss, entonces Camila entendió que era su deber asistir, por lo que esa noche, cuando su novia pasó a recogerla para ir al loft, aprovechó para comentarle la situación.

-Amor, estuve hablando hoy con el licenciado Johnson. -Le dijo, dudosa. Lauren sin quitar la vista de la vía, le tomó la mano con un pequeño apretón animándola a seguir.

-Este fin de semana necesito ir a Poconos. -Guardó silencio, esperando alguna reacción de su chica, pero ella solo siguió conduciendo. -Es casi tradición que ese fin de semana, nos juntemos allí para hacer negocios con la excusa de esquiar. -Le dijo con simpleza, pero Lauren siguió conduciendo en silencio, porque hasta ahora no le había quedado claro cuál era la razón de los nervios que podía percibir en ella.

-Tenía dudas en ir este año, pero por lo que hablé con él hoy, es imperativo que acuda. -Que esté, no que estemos, Lauren lo entendió finalmente, tenía que ir sola y no sabía cómo decírselo.

-Está bien, bebé, yo te ayudo a hacer la maleta. -Y se llevó su mano a los labios. -Tienes que ir sola y sientes que me voy a sentir mal por no ir? -Le preguntó con una sonrisa dulce.

-No quiero dejarte sola, mi amor. -La miró con tristeza.

-Estarás bien, harás tus relaciones públicas con esa gente y cuando regreses yo estaré aquí, esperándote con los brazos abiertos.

-Tu estarás bien sola? -La preocupación en su voz era evidente. -Puedo decirle a Sasha que pase esos días contigo.

-Gracias por tu preocupación, mi vida. -Le habló con cariño. -Pero no es necesario, soy una adulta, grande, fuerte e independiente.

-Pero yo no. -Le dijo con un puchero y Lauren se rio con gracia.

-Lo sé, mi vida, pero no estarás sola, porque me tendrás en el móvil, pendiente de si necesitas algo.

-Eres la mejor, lo sabes? -Ahora fue ella quien le besó los nudillos de la mano que tenían entrelazada.

El viernes en la tarde, sobre las cinco y media, Camila que ya había llevado su maleta, salió de la oficina, para viajar a Poconos, iba a viajar con el licenciado Klauss, las dos horas que duraba el recorrido serían interesantes, quizá se obligarían a hablar y que él suavizara un poco la amargura con la que la venía tratando en las últimas juntas; no sería la primera vez en su vida que tenía que usar su habilidad social para derrumbar muros en aras de sus metas profesionales. Subió en la parte trasera del Cadillac Scalade por el costado derecho, porque la silla izquierda ya estaba ocupada por el licenciado Klauss, quien la saludó amablemente, con las maneras solemnes con las que solía comportarse.