Parte 12. Regreso

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-Hola bebé. 

Oh, Dios! Muchas gracias! Su preciosa voz era música celestial.

-Mi amor!    -Quiso decirle que estaba muy feliz de oírla de nuevo, de que estuviera a salvo, de que pronto estaría en casa, de que sus compañeras de secuestro también estaban a salvo, de que todos estos días solo el dolor habitó en ella, que sin ella hasta la noche perdió su belleza... Pero nada salió de su boca, las palabras se quedaron atoradas en su garganta y querían ahogarla.

-Estoy bien, pronto estaré en casa, -Le habló con cariño, su voz sonaba natural y tranquila. Camila solo asentía con la cabeza como si pudiera verla.

-Perdón por preocuparte, mi vida. -Le pidió, porque ese silencio que recibía de parte de su chica, lo entendía, había imaginado lo que estaban viviendo en casa.

-Solo vuelve. -Fue lo único que pudo decir con voz ahogada.

-Pronto regreso, bebé. Tengo que hacer algunas cosas aquí todavía, pero a más tardar en dos días estaré contigo. -Dos días más, toda una vida, para ella, después de esperarla tanto, sin embargo, le respondió:

-Sí, sí, solo cuídate, amor.

-Ahora voy a llamar a mis padres, deben estar preocupados también. -Le dijo y Camila comprendió que ella desconocía que los tenía al frente, ansiosos por oírla, pero habían respetado que ella hablara primero.

-Ellos están aquí desde el día que nos enteramos de lo que pasó. -Los miró con una sonrisa, haciéndole señas para que se acercaran. -Los he tenido en mi casa con mi familia.

-Eres la mejor, no voy a terminar de agradecerte por cuidarlos. -Se oyó conmovida.

-Te los paso, amor. Sigo esperándote. Le dijo despidiéndose.

-Te amo, pronto te veré. Camila le pasó el teléfono a Patrice y se giró buscando a su bendita madre, quien estaba a una distancia prudente para darle privacidad en la llamada, la tomó en sus brazos y le limpió las lágrimas de su rostro, lágrimas que Camila ni siquiera sabía que había dejado salir.

-Está bien, vuelve en dos días. -Le contó a sus padres.

- Lo peor ya pasó, hija. Esta vez era su padre, quien también la abrazó para confortarla.

Desde que se había enterado de que estaba libre, por la llamada de Clarisse, tenía sentimientos encontrados, sentía el alivio de saberla a salvo, y a la vez una ansiedad creciente, estaba inquieta, tensa, y oírla había sido un bálsamo para sus temores, pero la necesitaba en sus brazos, quizá solo así iba a recobrar un poco de paz.

-Dice que está en Paris, que ya la revisaron los médicos  pero que ahora necesita rendir un informe a la organización y al gobierno francés. -Les contó Greg, que ya había colgado la llamada y junto con su mujer, se habían  acercado a ellos, aliviados después de tantos días de incertidumbre.

-Dice que está bien, que no las trataron mal, que solo caminaron mucho, sobre todo por el desierto. -Patrice les contó lo que le había dicho a ella, y no podía dejar de derramar lágrimas.

Camila se levantó y la abrazó por su flanco izquierdo, y le sobaba la espalda, esperando que se calmara.- Todo acabó, -Les dijo Camila, regalándoles una sonrisa de medio lado. -Hay que agradecer que la vamos a tener en casa pronto.

No habían vuelto a hablar con ella, su móvil lo habían despedazado los rebeldes la noche del rapto, además de que estaban rindiendo informes y declaraciones ante diferentes instancias del gobierno francés y del americano , lo que no le daba tiempo. Camila seguía teniendo contacto con Clarisse quien le informaba sobre el itinerario que estaban cumpliendo en la capital francesa y finalmente, le informó que ya estaban a bordo de el avión que la trasladaría a New York.   Ahora solo tenían que esperar ocho horas y media, nada comparado con los días de infierno. Se había ido por cinco días y habían pasado doce. El vuelo llegaba  al John F. Kennedy a las 3:40 p.m, y a esa hora la esperaban sus padres y su novia, los Cabello esperarían en casa junto con Chris y Beth, quienes habían llegado esa mañana, para estar presentes en su recibimiento.

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