Parte 13. Sobrevivientes

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Todos se habían quedado consternados con el relato, habían permanecido en silencio, como repasando en su mente los hechos narrados, cada uno intentando lidiar con el dolor que les provocaba. Y ante ese silencio, Lauren decidió que quería irse a su casa y dormir.

-Está bien para ustedes si me voy a mi casa? Les preguntó a todos, pero era un permiso dirigido a sus padres, realmente.

-Lolo, en este momento lo que importa son tus necesidades. -Le habló Greg con cariño.

-Ve a descansar, hija. -Le dijo Patrice, poniéndose de pie para acercarse a ella. -Si necesitas algo, solo háblanos.

Se despidió de todos menos de Camila, que permanecía sentada siguiendo con la mirada los hechos. Cuando terminaron los abrazos y las palabras cariñosas de todos los Jauregui y los Cabello, como si fuera lo natural y lo lógico -porque sí que lo era- le tendió la mano a Camila, quien de inmediato la tomó.

-Vamos, bebé. -Se puso de pie, con el corazón acelerado, le había entrado inseguridad porque no sabía si querría pasar tiempo con ella o  quería estar sola.

-Toma, Lauren. -Se acercó Richard entregándole una llave. -Camila no conduce. -Le dijo como si no lo supiera. -Lauren le sonrió divertida.

-Sé que ella lo único que sabe de coches, es subirse a ellos. -Le respondió riendo con su misma e intacta risa de bebé.

-Que no se les olvide que estoy aquí. -Les advirtió Camila, haciendo un puchero y los dos aludidos se rieron con gracia.

-Tengan buena noche. -Les dijo a todos, mandando besos con las manos y salieron hacia el estacionamiento.

Lauren condujo uno de los coches de los Cabello en dirección al Loft.  Como solía hacerlo, le había tomado la mano a su chica mientras conducía y de tanto en tanto se las llevaba a sus labios y le besaba los nudillos. No hablaron. Cuando llegaron al loft, lo primero que hizo fue abrazarse a Camila, de pie, en mitad del recibidor, sus cuerpos pegados lo más estrechamente posible, meciéndose, en silencio nuevamente. Después de un tiempo indeterminado, Lauren finalmente se despegó de ella, pero la mantuvo tomada de la mano.

-Te parece si nos metemos un rato a la tina?

Camila aceptó sin chistar y se encaminó al cuarto de baño donde abrió los grifos para que empezara a llenarse. Mientras tanto, Lauren había salido al roof garden, notando que sus plantas habían sido regadas.

-Así que no solo cuidaste de mi familia, sino que también de mis plantas. -Le dijo abrazándola por atrás, mientras Camila alistaba sales de baño.

- Es lo mínimo que podía hacer, amor. -Recostó su espalda contra su pecho echando la cabeza hacia atrás, dejando su cuello a mereced de los labios de su par.

-Tengo muchas cosas por decir, pero antes me quiero meter al agua. -Le dijo soltándola lentamente. Camila se apuró a comprobar que el agua estuviera bien de temperatura.

-Ya está lista, amor.

Ambas se quitaron sus ropas e ingresaron a la tina, primero Camila y en seguida Lauren, quedando una frente a la otra con sus piernas entrelazadas. Lauren dejó salir una exhalación de puro gusto al sumergirse en el agua tibia, inmediatamente sintiéndola como una caricia en su cansado cuerpo.

-Oh, Dios, estoy tan cansada. -Le salió casi como un susurro, mientras se acomodaba mejor y entonces sintió las manos suaves de su chica en sus piernas, distendiendo sus músculos, relajándolos, tan mágica sensación que la obligó a cerrar los ojos, suspirando. La caricia se extendió a los pies, sintiendo el cariño con que lo hacía, haciendo que la cantidad de imágenes en su mente se deformaran; el sol, el cielo sin nubes, la brisa caliente, la arena que quema, la mirada helada de los hombres; todo se distorsionó dando paso a la bruma de una caricia infinita, como un festín de niebla, como un puente colgante de música tendida, que despoblaron su cuerpo, llevándola a la irrealidad, al territorio de los latidos, a un torrente sonámbulo de aromas en el que todo lo que queda es transparencia.

Divinas leyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora