Parte 6. Juramento solemne

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Pasadas las dos de la tarde de ese sábado, Camila salió caminando lentamente del edificio de su bufete en dirección del coche en el que su padre la estaba esperando para ir a la comida con ocasión del cumpleaños del tio Ben, en donde ya estaban Grace, Sasha y la abuelita; pero Camila decidió que la llevara a la casa comentándole que había surgido un asunto de última hora y debía seguir trabajando, por lo que Richard la dejó en la puerta y se fué al festejo de su único hermano.

Había dormido poco, pero no se sentía cansada, al contario, se estaba sintiendo fenomenal desde la noche anterior, después de enterarse por la propia boca de su colega favorita, que no solo le gustaban las chicas sino que también estaba sin compromiso. Ingresó a la casa, entusiasmada y fué directo a su habitación donde se despojó de las ropas de oficina que estaba usando , como siempre las dejó tiradas en el piso y se fué al baño donde se dió una larga ducha. Sonreía como tonta cuando recordaba los eventos de la noche anterior, que había terminado con ellas dos medianamente ebrias, buscando un taxi en la calle, agarradas de la mano tratando mutuamente de sostenerse para no perder el equilibrio sobre los stiletos que ambas estaban usando.   Cuatro martinis habían tomado cada una, no eran demasiados, pero ella no era muy dada a ingerir grandes cantidades de licor, por lo que sí salió mareada del restaurante. Lauren se veía mejor, pero andar en stiletos después de unas copas no es muy seguro y ambas estaban partiéndose de risa, hasta que habían logrado conseguir un taxi que había dejado a Camila primero y había seguido la ruta para dejar a Lauren, quien cuando estuvo a salvo en el loft, le habia mandado un mensaje al móvil dándole las gracias por la increible noche que habían tenido.

Cuando Camila había entrado a su casa, ya todos estaban durmiendo, así que no pudo hablar con Grace ni con Sasha, tuvo que acostarse con toda esa información dentro de su cabeza y con las emociones contenidas. Aún así, habia dormido como bebé.  En la mañana,  se había levantado animada, dispuesta a relatarle todo a su madre, pero se decepcionó cuando se encontró con una nota en su buró en el que le decía que ella, Grace,  había tenido que ir a la cita de control de la abuela con el cardiólogo; que le dejaba la ropa lista sobre el mueble piedecama y que se veían más tarde donde Ben.  Resignada se había alistado sola y se  había ido al despacho a trabajar y en donde la   había recibido  Carolyn con la noticia de  que la señora Carlson había llamado pidiendo que la recibiera ese mismo día.  

 A las once de la mañana llegó junto a la asistente Reynolds, traía unos lentes oscuros que le cubrían más de la mitad del rostro y esquivaba mirarla a la cara.   Cuando ya estaba en el interior de la oficina de Camila, se había quitado los lentes para dejar ver los ojos enrojecidos e inflamados, se notaba que había llorado durante varias horas. Enseguida le contó a Camila que la noche anterior, su ex marido se habia presentado borracho en su mansión, donde estaban sus tres hijos y había intentado ingresar a la fuerza; por fortuna sus guardespaldas lo habían impedido. Ella por evitar que los niños presenciaran a su padre en esas condiciones, había salido a tratar de razonar con él y pedirle que se fuera por las buenas y evitar llamar a la policía, pero había sido peor. EL hombre había terminado por enloquecer e intentó golpearla. No lo consiguió nuevamente por la diligencia de los guardespaldas, pero Nick, el niño mayor, que ya tenía doce años, había estado presenciando todo desde la ventana del piso superior. Se había enojado al ver a su madre amenazada por su padre y bajó corriendo furioso y lo había empujado exigiéndole respeto para su madre. El hombre terminó de perder la cabeza, lanzándose sobre él y le había acanzado a propinar una cachetada dejándole la mano dibiujada en el tierno rostro de Nick, y en el altercado y el forcejeo con los guardespaldas, le había gritado cosas hirientes, dentro de tanta palabrería le había dicho que lamentaba el día en que había decidido adoptarlo. Esas palabras y la cachetada seguramente le habían causado un daño irreparable al niño, daño que en el corazón de Josephine se multiplicaba como una onda expansiva y que no le daba un instante de paz.   No se iba a perdonar nunca, haber elegido semejante primate para padre de sus hijos. La policía había llegado poco después y se lo llevó y Josephine había tenido que ir a levantar la denuncia en la comandancia; con el dolor más grande en su corazón, a la vez temiendo que se filtrara eso a la prensa y luego la acosaran a ella y a alos niños.

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