VEINTIUNO

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Harry

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Harry

La quinta llamada perdida calló de nuevo en el buzón de voz del móvil de Louis. Tal vez tuvo una emergencia, o había estado trabajando durante todo el día, aunque esa la descartó cuando se pasó por el súper en el que trabajaba y no lo vio ahí. Tal vez estaba cansado de la obra, o tal vez no quería saber de él.

No sabía dónde vivía, ni el número de su casa para intentar llamarlo, así que llamó a Rod, pero este le dijo que no sabía nada de él, era su mejor amigo, estaba claro que si quería pasar de él lo iba a encubrir.

Tal vez lo asustó, por ser tan directo, por ir a por él. Él le dijo que nunca había tenido novio, de nadie y mucho menos de un chico y a él le dio igual y se lo llevó al baño.

Se llevó una mano a la frente golpeándose con ella por lo imbécil que había sido por querer apresurarse, siempre había sido un poco así, cuando le había gustado algo había ido a por ello, pero esta vez no era un beca o algo así.

Pero ellos habían vivido algo, tenían algo, había...había salido delante de toda la gente con una guitarra y todo su miedo a cantar con él. Eso debía significar algo, le debía importar, debía gustarle algo, un poco aunque fuera, y todo eso sin contar aquellos besos la noche del Cluedo.

No pensaría más en eso, ese curso, precisamente esos últimos meses, habían sido totalmente inesperados, él había sido inesperado, y cuando en su mente imaginaba ese día era el día más importante de su vida estudiantil, después del día de la obra, claro, pero ahora mismo no le apetecía nada entrar en un espacio lleno de gente a un baile en el que no se lo pasaría del todo bien. Sí, estaban sus dos mejores amigos, pero ellos sí tenían con quien bailar las lentas, y no todo se reducía a eso, a tener a alguien con quien bailar las lentas, pero él quería eso, él quería alguien con quien abrazarse mientras movía su cuerpo al compás de las lentas melodías que sonarían para todos aquellos jóvenes sedientos de hormonas.

Se levantó de la cama y se miró en el espejo. No tenía su mejor cara, tenía el pelo algo enmarañado, los ojos hundidos bajo unas notables ojeras y su brillo natural quedaba algo perdido entre la palidez de las pocas horas de sueño.

Era normal en él después de una noche de dormir poco, pero hoy no era el día en el que se quería sentir así, hoy quería sentirse fuerte, tanto por dentro como por fuera y ponerse su alucinante traje con el que no hacía mucho le había robado las palabras a ese chico que hoy no vería por ninguna parte.

Se puso ropa cómoda y bajó al comedor, donde vio a su hermana sentada delante de un plato vacío mientras miraba al infinito.

—Buenos días—Dijo él rompiendo el silencio.

—Ey, hola—Repuso su hermana con la voz un poco ronca.

—¿Y esa voz?

—De gritarte ayer lo bien que lo habías hecho.

Prom? {L.S}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora