Capítulo 40

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—Hay que llamar a Gino —Dyl sacó su celular y fue afuera para realizar la llamada.

Estuve a punto de seguirlo con Freddie en mis brazos, pero Dylan cerró la puerta antes de que yo pudiera dar un paso. Suspiré preocupado y me senté en el sofá mientras acariciaba la cabeza de mi cachorro y pensaba en cómo saldríamos de esta, si el primo de mi novio no nos ayudaba estaríamos perdidos, sabía perfectamente que mis padres eran capaces de cometer una locura por más que le tenían un cariño incondicional a Dylan. No quería que algo malo le pasara por mi culpa, no lo soportaría, era capaz de vivir un infierno con tal de verlo bien. Quizás debía asumir mi responsabilidad y dejarlo tranquilo, que viva su vida en paz y no con preocupaciones como ahora, merecía ver a su mamá y a su hermana, merecía estudiar y tener un título, merecía formar una familia con alguien que podía darle hijos, merecía vivir.

Sin darme cuenta estaba llorando, sabía que lo más sano era separarnos, pero no quería, lo amaba tanto que era capaz de esperar mil vidas con tal de estar con él y ser feliz, con nuestro perrito y en una casa muy grande.

—Tommy, ¿por qué lloras?

De tantas lágrimas derramadas, no vi a Dylan entrar, levanté mi cabeza y lo miré delante de mí muy preocupado, se arrodilló a mi altura y limpió mis lágrimas con delicadeza mientras acariciaba mi cara.

—¿Qué te pasa, cielo? —me susurró con dulzura.

—Dyl... —sollocé—. Dyl, lo estuve pensando y... creo que lo más sano es que tú y yo terminemos.

—¿Qué? —levantó una ceja.

—No quiero encerrarte a estar condenado en una vida llena de problemas por mi culpa, mereces tener una vida, Dyl, no estar atado a mí y sufrir.

—¿Y por qué habría de sufrir si voy a estar a tu lado?

—Porque mis padres pueden hacerte daño —dejé a Freddie a un lado y rompí en llanto sobre mis manos—. Te voy a alejar de tu familia y no quiero nada de eso para ti, entiende.

—Tommy, algún día de mi vida tenía que hacer mi vida con una persona que me ame, no importa si es ahora a mis dieciséis o a mis cuarenta, no estoy destinado a vivir con mi familia siempre y esa es la ley de la vida, formar una vida con la persona que amas y dejar atrás a tu familia —tomó mis manos—. Y esa persona eres tú, tú eres mi decisión y no voy a cambiarla, yo te elijo a ti y si debo pasar por un infierno para que al final de la línea haya un hogar feliz junto a ti, créeme que lo soportaría.

Sonreí conmovido por sus palabras y lo abracé, me recosté en su pecho y lloré como nunca lo había hecho, lo amaba, pero en el fondo tenía miedo de verlo sufrir.

—Te amo, Dyl.

—Y yo a ti, Tommy, a pesar de que seas menso y quieras terminarme —soltó una risita—. Estaremos bien, descuida, ya encontré solución a nuestros problemas —me separé de él y lo miré confundido—. Gino nos ayudará, comprará los boletos y nos iremos por fin.

—¡Debes estar bromeando! —exclamé contento.

—Pues no —sonrió y me abrazó—. Saldremos de aquí muy pronto, cielo.

—¡Qué emoción! —chillé dando varios saltitos, Freddie comenzó a ladrar mientras movía su colita a nuestro lado—. ¡Estoy tan feliz!

—Y tú irás con nosotros, pequeñín —dijo Dylan mientras lo cargaba y el cachorro lamía su cara.

—¿Cómo lo llevaremos en el avión?

—Veremos la forma, pero no nos iremos sin él —lo abrazó contra su pecho—. Quiero verlo crecer hasta que sea un viejito.

We're millionaires (Dylmas) / Precuela de Dos Tontos Y Un BebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora