Capítulo 49

22 4 0
                                    

Lo primero que vi al abrir los ojos fue una luz amarilla apenas visible, que, aunque era tenue, logró lastimar mi visión. Cuando levanté mi mano para cubrir mis ojos de ella, sentí un dolor insoportable en toda la parte izquierda de mi cuerpo, espalda, brazo, costillas y pierna. Con ese dolor recordé lo que había pasado antes de que me desmayara. Ahora estaba recostado sobre un colchón viejo, con una luz tenue sobre mí, ni siquiera podía girar mi cabeza por el dolor que sentía. No sabía dónde estaba, si mi padre me había encerrado en algún lado para continuar con mi paliza o alguien me capturó para entregarme a la policía, mi recompensa era buena, así que obviamente me entregarían.

—¡Alabado sea Satán! ¡Estás vivo!

Apenas pude ver a Gino acercándose muy preocupado a mí. Revisó mi cuerpo, tomó mi rostro y suspiró, no sin antes sobresaltarse, porque solté un grito muy fuerte cuando me tocó.

—¿Dónde estamos? —pregunté con una mueca en mi rostro a causa del dolor.

—En el sótano de mi casa.

—¿Y por qué no me llevaste al hospital?

—¿Quieres que te vean la carota en el hospital y te envíen directo a prisión, estúpido? —se cruzó de brazos.

—Oh, cierto, olvidaba que soy el criminal más buscado de Londres por ser gay, gracias por recordármelo, Gino.

—Siempre a tus servicios, niño —me sonrió desde arriba—. Tranquilo, estoy tratando de localizar algún doctor que no sea un bocón para que te atienda.

—Estoy bien, no es necesario —me incorporé y en seguida volví a acostarme a causa del dolor en mis costillas—. Olvídalo, estoy muy lejos de estar bien.

—Viejo, creo que el imbécil de tu padre te rompió las costillas.

—Eso explica el dolor insoportable, gracias, Doctor Gino.

—Te voy a conseguir un doctor, tranquilo.

—Tómate tu tiempo, estar postrado mirando esta maldita luz es muy divertido.

—No me presiones, chico —bufó y salió del cuarto.

—¡Oye! ¡Al menos enciende la tele o algo!

Junté mis manos sobre mi pecho lentamente para no ocasionarme dolor. Suspiré y una vez así, quieto y en silencio, cerré mis ojos y me concentré en una cosa: Thomas. ¿Qué estará haciendo en este momento? Moría por que estuviera aquí por lo menos un segundo, solo para mirarlo y saber que seguía con vida... y bien, sobre todo bien, porque desde que estamos separados, creo que ambos estamos muy mal.

¿Y si voy a buscarlo?

Antes de pensar en levantarme, la puerta se abrió de golpe y escuché unos pasos muy apresurados bajar las escaleras. Por el rabillo de mi ojo pude ver dos sombras acercándose.

—¡Las manos sobre la cabeza y no te muevas, O'Brien!

Esa dura voz fue suficiente para incorporarme, experimentando el peor dolor de mi vida por todo mi cuerpo. Como pude, levanté mis brazos y palidecí al ver a un tipo vestido de negro y con una gorra que cubría su rostro a excepción de sus ojos y boca. Una pistola me apuntaba directo al corazón, de inmediato sentí ganas de desmayarme.

—¡Espere, espere! ¡No dispare, por favor, estoy herido! ¡Iré, pero lléveme a un hospital!

La única respuesta que tuve fue una gran carcajada, el tipo se quitó la gorra y me dejó ver una cara conocida:

—¡Ki Hong Lee! —la voz de Kaya llamó mi atención—. ¡¿Qué estás hacien...?! ¡¿Y esa pistola?!

—Es de Gino, es de juguete, me la encontré tirada en el jardín —respondió mi amigo con una sonrisa.

We're millionaires (Dylmas) / Precuela de Dos Tontos Y Un BebéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora