#NocheNoMexicana

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Habían pasado nueve meses, cual embarazo, su relación había vivido un montón de drásticas situaciones

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Habían pasado nueve meses, cual embarazo, su relación había vivido un montón de drásticas situaciones.
Desde vomitos y náuseas matutinas, debido a las crudotas por sus fiestas.
Hasta los antojos de medianoche en medio de las Pedotas que se ambientaban para celebrar cualquier cosa.
Los pies hinchados de cargar con el peso de ser la perfección andante de Sasuke, y el estar de pie todo el día por parte de Naruto.
El cansancio que se acumulaba y mataba al moreno muy temprano por la tarde, debido a sus desveladas u horarios de madrugada, dejando sin disfrutarlo aunque sea un poco del rubio.
Las hormonas con patas que era Naruto, solían terminar por convencerlo algunas veces y tenían noches interesantes, sin ser fin de semana.

La fecha había llegado, sus penurias tendrían fin aquella noche, se decían. Era hora por fin de su ansiado compromiso. Cada momento vivido debía valer la pena, de eso estaba convencido Sasuke. Había ansiado esto desde que se descubrió perdidamente atolondrado del rubio. Sin embargo, estaba abochornado por la época en la que a Naruto se le ocurrió llevar este evento, en esta fecha habían pasado tragos amargos. Hacía un año desde que ocurrió su distanciamiento, precisamente en un día como hoy, y estaban por comprometerse frente a sus amigos y familia, tratando de volverlo un dulce recuerdo. La vida da muchas vueltas, se decían.

Por eso, Uchiha Sasuke estaba mesereando en el evento de su próximo a ser esposo, el apellido no le impediría socializar con las señoras de mayor edad que le buscaban plática, chismorreando de lo que pasaba en el vecindario. Atendía lo mejor posible, tratando de enorgullecer a su prometido por su buena conducta social, siendo el mejor anfitrión posible; hasta que ella llegó.
Simplemente la princesa Hinata no le caía para nada bien, debido a su séquito de admiradores. Y no, no tenía nada que ver con algunas ancianas maleducadas que se atrevían a decir que ella podría ser una mejor pareja que él. Para nada, eso no le daba en su orgullo. Trató de poner su cara más amable y ser lo más abierto posible, aún cuando las brujas seguían con lo mismo en su presencia. Ya no se trataba de humildad y sencillez, sino de demostrar su punto.

Estaba indignado, lleno de cólera y en pocas palabras, hasta la chingada, pero estoico.
—Hey, primo, puedo seguirle desde aquí, ve con Naruto. —Escuchó a Nagato con atención, agradeciéndole con suavidad, se hizo un recordatorio mental de pagárselo más tarde antes de retirarse.
—Eh, eh, eh. ¿A donde irá el niño riquillo, por qué no nos termina de tomar la orden? Mh, ni con tanto dinero puede pagarse una buena educación. —Escuchó a sus espaldas, muy alto para ser oído por sobre la musica, la gente volteó a verlo y le dió tanta vergüenza. Su orgullo estaba por romperse, pero a lo lejos visualizó al rubio, él valía la pena.
Este calvario sería superado solo por él, pensó.

En su camino al hombre, se detuvo a atender a algunos conocidos, estaba sirviendo bebidas cuando sucedió su accidente, se movió tan rapido que no pudo reaccionar cuando apareció de pronto un cuerpo y terminaron empapados los dos de alcohol. El otro individuo casi cae al suelo debido a la fuerza del impacto, cual novela mexicana, pero por suerte lo evitó con sus reflejos, tarde entendió que había terminado por joder la noche cuando vio de quien se trataba. El caos empezó por todo aquel lugar, en estos momentos veía que la Taquería de Jiraiya en realidad era pequeña para toda esta gente.
—Lo siento, lo siento mucho, no te vi. —Se escuchó decir.
—No, no se preocupe Sasuke-Kun. Fue mi culpa. —Habló avergonzada la mujer, con suavidad la sentó y buscó servilletas para que se secara, cuando todos empezaron a discutir.
—¡Es obvio que lo hizo a propósito! —Decían algunos, siguiendo ese lado.
—¡No es así! El señorito es incapaz, él es muy recatado para esas bajezas. —Decían sus abuelas, tan indignadas por él, que él mismo. Disculpándose una vez más con Hinata, salió de todo el gentío, buscando aire fresco. Habían sido largas semanas de trabajo y estrés, era dejar su lugar en la compañía de su padre, para comenzar a dirigir la de su suegro, nada sencillo de lograr.

Naruto y él habían estado hablando, demasiado sobre todo lo que querían lograr juntos. Ese era el propósito de esa noche especial, ambos estaban trabajando muy duro por lo que querían. Sasuke quería ser independiente pero ayudar con la compañía de su padre al mismo tiempo, su rubio, solo quería seguir con el puesto de su abuelo. Querían compartir sus sueños y metas con toda Konoha, con todos aquellos que estuvieron espectando su historia, volviéndolos parte de ella. Sin embargo, muchos lo despreciaban, creían que era incapaz de merecer a alguien tan valioso como aquel hombre de buen corazón capaz de sacrificarlo todo por los seres que más ama.

—Morrito, ¿estas bien? Vamos, debes cambiarte. —Escuchó su voz, sonando preocupado y precavido, decidiendo que mandaría a todos aquellos al diablo, se dio la vuelta para refugiarse en esos cálidos brazos.
—Estoy bien, ¿sabes? Creo que hacen falta algunos cambios, como un lugar más grande. Está muy reducido el espacio. —Dijo en lugar de quejarse, besó un lunar en su cuello, acurrucándose en su lugar seguro, dejando de lado todas las emociones negativas.
—Lo sé, lo he pensado. Todos los invitados no cabrán en nuestra boda, trataré de empezar rápido con el siguiente lugar. —Respondió su atolondrado, tan feliz, regalándole suaves caricias como si fuera un gatito.
—Mh, te amo. —Dijeron ambos, buscando a tientas sus labios, los fuegos artificiales que se robaron estaban despegando al cielo, regalándoles una maravillosa vista aquella noche.

—Ellos ya saben que aceptaste ser mi esposo. Parece como si ellos se fueran a casar contigo, sé que parece algo malo, que son crueles pero no siempre será así, lo prometo. —Murmuró su promesa sobre sus labios.
—Les enseñaré porque te amo, de'veras. —Sonrieron, aquella noche era solo el comienzo. Una promesa gratificante de todo lo que estaría por venir. Era hora de pasar a una siguiente etapa, y ambos estaban felices por ello.
Si la gente lo estaba o no, eso no les importaba, ellos solo querían ser felices juntos. El nacimiento de su romance había sido en aquella taquería, y por ello tenían tanto aprecio y cariño al lugar y a la gente, pero no dejarían que dictaran como vivir.
—Dile a Hinata que sea nuestra dama de honor, junto a Sakura-Chan. La madrina tiene que ser Karin. —Bromeó, buscando animar su ambiente de nuevo.
—Tal vez debería regalarle tacos de por vida a mi prima, gracias a ella pude conocer al amor de mi vida. —Correspondió el menor.
—No, eso es algo únicamente para mi, dobe, no lo olvides. —Besó su mejilla, guiñándole un ojo para que lo siguiera dentro. Los demás podrían encargarse del bullicio, ellos aún debían dar el grito.

❝El taquero❞ ❁NaruSasu✿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora