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— “Entonces el señor Jesús dijo: amarais a vuestro prójimo como yo os he amado

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— “Entonces el señor Jesús dijo: amarais a vuestro prójimo como yo os he amado...”

Spreen suspiró con molestia por enésima vez en el día; calculaba llevar cerca de una hora escuchando la ya irritante voz del Profeta parlotear una y otra vez versículos y oraciones que se sacaba del culo.

Estaba harto, fastidiado, ansioso por largarse de ahí.

No fue sorpresa que cuando el Profeta mencionó las palabras “podeis ir en paz” una sonrisa de sincera alegría se haya formado en el rostro del serio oso.

Tan rápido como pudo, apagó su celular, donde segundos atrás estaba jugando Clash Royal, se puso de pie y a un tranquilo paso se dispuso a salir de la iglesia por los pasillos laterales, ya que el pasillo central se encontraba lleno de gente.

El ruido no se hizo esperar, los gritos de euforia de sus compañeros se habían convertido en algo común cuando se encontraban reunidos todos.

Pero fue una voz en especial la que atrajo su atención.

— ¡JUAAAAAN! ¡JUAAAAAAAN! — Gritó Auron con el ceño fruncido. — ¿En dónde cojones se metió? ¡JUAAAAAAAAAN! ¡JUANITOOOOO!

Spreen estuvo a punto de soltar una risa por el tono con el que el ex alcalde llamaba a su novio de no ser porque una puerta se abrió justo detrás suyo, y de ella, una mano lo arrastró con fuerza hacia adentro de la habitación.

Para cuando el oso reaccionó, Juan estaba frente a él vestido con ese ridículo traje que le había obsequiado su “daddy”, malditamente similar al de Drako. Ambos en un pequeño cuarto que servía de armario para guardar algunos objetos de limpieza.

— Pensé que iba a ser más difícil secuestrarte, digo, con eso de que eres el más tryhard. — Se burló Juan en un tono coqueto.

Spreen suspiró cruzándose de brazos, soplando hacia arriba para alejar aquel molesto mechón de sus ojos.

— ¿Vos no estabas chupándole las medias a tu viejo? — Atacó con mofa.

Juan le sonrió ladino, mirándolo con hambre, con esa característica ansia, su anhelo.

— Chupar medias no es precisamente la cosa que más me guste chupar, si sabes a qué me refiero. — Spreen no pudo evitar asomar una sonrisa traviesa en su antes mueca molesta, recibiendo el beso que Juan le ofreció sobre sus labios con algo de inconformidad.

El hechicero suspiró.

— ¿Qué pasa?

— Nada. Solo estoy estresado.

— ¿Con qué?

— ¿Uhm?

— ¿Qué te estresa?

Spreen inhaló y exhaló aire. Sin saber qué decirle.

Deseo Profundo | SpruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora