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Juan solía evitar pensar en las cosas que lo lastimaban a menudo, por lo que pensar en el pasado, o revivir memorias recientes no era lo suyo, sobre todo porque no sabía cómo manejarlo

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Juan solía evitar pensar en las cosas que lo lastimaban a menudo, por lo que pensar en el pasado, o revivir memorias recientes no era lo suyo, sobre todo porque no sabía cómo manejarlo.

La vida del “hechicero supremo”, nunca fue un cuento de hadas del que pudiera dar testimonio como un santo. Desde siempre ha tenido un trauma con el abandono.

Lejos de sus padres, Juan empezó a desarrollar una personalidad un poco más introvertida de lo que parecía, pues le costaba bastante hacer amigos, y solía encariñarse muy rápido de la gente.

Pero Juan siempre fue a ojos del depredador, una presa fácil de manipular.

Con el tiempo “aprendió a defenderse” de estas malas personas, y empezó a confiar ciegamente en las que consideraba “agradables”, aunque él mismo sabía que en la mayoría de las veces solo se burlaban de él, pero la palabra “amigo” hacía tanto eco en su cabeza que terminaba perdonando hasta lo peor que pudieran hacerle.

Como matar a sus padres, por ejemplo.

Juan se consideraba a sí mismo un héroe, uno de esos que solo existen en la ficción de los supers. Uno tan bondadoso como Spider-Man, o tan fuerte como Hulk, pero con la inteligencia de Ironman.

Por supuesto que Juan no era capaz de notar sus errores, los solía distorsionar y a veces incluso olvidar, para no pensar en eso.

Había olvidado lo que le había hecho a Zorman cuando se burlaba una y otra vez de su familia muerta.

Había olvidado lo que le había hecho a Rubí después de su boda.

Había olvidado a su amante Neta y a su hija Cuca.

Había olvidado todos los ataques injustificados que hizo contra el pueblo tres provocando una guerra entre ambos pueblos.

Prefirió olvidar que no era el héroe de la historia porque eso le causaba una enorme ansiedad.

Y no es para menos considerando los problemas de autoestima que tiene debido al rechazo diario que suele recibir, o la depresión que le empeoró saber que toda su vida fue una mentira, que sus padres no eran sus padres y los verdaderos eran unos dementes.

Juan estaba entregado en charola de plata a la desgracia, y él parecía que jamás aprendería la lección.

Entonces conoció a Spreen.

Aquel misterioso hombre que tenía algo inexplicable que lo había atraído desde el primer instante.

Habían empezado con el pie izquierdo, con un repentino odio y una rivalidad sin razón, algo que con el tiempo se fue transformando en deseo.

Pasó de imaginar lo mucho que quería matarlo por lo insoportable que era, a imaginar sus manos contra su cuello mientras lo asfixiaba teniendo sexo.

Y por supuesto que sabía que esa atracción era mutua, pero solo pensar en acercarse al oso le generaba cosquillas.

Deseo Profundo | SpruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora