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— No más

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— No más. Se acabó. — Pronunció con frialdad. — Terminamos.

Juan no podía asimilar aún lo que su adoración acababa de expresar.

— ¿Qué? — Fue todo lo que pudo articular.

Spreen soltó un suspiro pesado agachando la mirada al suelo por falta de valor, no podía ver a los ojos a Juan.

Sabía que había dolor en ellos, y él le provocaba ese dolor.

Era incapaz de enfrentar sus actos con la frente en alto.

— Ya no te amo. — Soltó un duro golpe con sus palabras, directo al pecho del mago. — No... No es lo mismo. No estamos funcionando. — Pasó saliva. — Estamos mejor separados que juntos. Es momento de aceptarlo, Juan.

El hechicero no respondió.

Spreen se relamió los labios, buscando qué palabras decir para poder partir.

— ...

— ...

— Lo siento. — Al final fue lo único que se le ocurrió. El oso se levantó del comedor donde estaba sentado... ese que era de ambos, de su hogar.

La mano de Juan aprisionó con fuerza la del oso provocándole un gemido del dolor.

— No. — Soltó firme, lastimado. — No te creo. Tú... Tú me estás mintiendo... Tú no vas a dejarme, ¡No puedes dejarme! ¡NO ME DEJES! — Pidió con la voz rota. Su rostro una vez más se llenó de lágrimas.

Spreen negó despacio con la cabeza, retirando la mano de Juan de su muñeca.

— Ya tomé una decisión. — Le dijo sin aflicción, su rostro era serio, seco, carente de empatía y solo había determinación. Un hombre determinado a abandonar todo lo que construyó por un capricho.

El capricho de una falsa estabilidad con una mujer.

Cuando el híbrido quiso retomar su paso, Juan una vez más lo jaló del brazo.

— ¿Es por ella? — Preguntó con la voz rota. — ¿¡TE ENAMORASTE DE ELLA!?

Spreen arrugó el rostro con fastidio, odiaba que se metiera con Sweety, eso lo sabía Juan de sobra.

Ella era importante para él.

Así como también en su momento lo fue el hechicero.

— No es por ella. — Sacudió su brazo agresivo para que el mago lo soltara. — Es por vos. Por mí. Simplemente se acabó. Todo se acabó.

— Mentiroso...

Por supuesto que era un mentiroso, un manipulador que sabía perfectamente cómo jugar con su mente...

Y con su corazón.

Con eso dicho, Spreen intentó irse de nuevo, pero Juan se aferró a su brazo una vez más, evitándolo.

Deseo Profundo | SpruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora