22

4.6K 661 474
                                    

El castaño abrió con pesadez sus ojos; frente a él, la preciosa imagen de unas largas pestañas oscuras que cerraban los ojos del bello durmiente delante suyo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El castaño abrió con pesadez sus ojos; frente a él, la preciosa imagen de unas largas pestañas oscuras que cerraban los ojos del bello durmiente delante suyo. Su novio descansaba profundamente, y él no quería molestarlo.

Atinó a girarse para ver el reloj digital: las 3:46 AM. No podía dormir, de nuevo.

Había tenido una pesadilla.

Se sentó en la cama, llevando sus manos a su cabeza por un repentino y agudo piquete. La falta de sueño le cobraba factura.

Suspiró poniéndose de pie. Buscó entre las cosas de su novio una bata, y se la puso, abrigando su falta de prendas.

Notó el cuerpo ajeno temblar por su desnudez, así que encontró correcto cubrirlo bien con las cobijas, dejando un tierno beso sobre su frente.

Juan caminó silencioso fuera de la habitación, paseándose por los pasillos de lo que era el establecimiento de su pareja, pensando cómo dormir.

Sin rumbo fijo, pensó que tal vez un poco de leche caliente podría ayudarlo a conciliar el sueño, así que se dirigió a la cocina por ello.

Su mirada recorrió cada rincón del lugar, recordando aquella ocasión en la que le había confesado sus sentimientos a Spreen, incluso recordaba cómo lo había rechazado.

A pesar de que ahora sabe que el oso también lo ama, el recuerdo de ese rechazo aún le duele, aunque no entiende el porqué.

Tomó un largo trago de leche, después de haberla calentado, y regresó al pasillo con el vaso en mano, pensativo.

Se torturaba demasiado por cosas que estaban en el pasado, y que para él no eran demasiado importantes.

Pero le dolían.

La puerta que llevaba a la oficina de su novio se encontraba abierta, lo que le dio curiosidad. Entró deliberadamente, atraído por la enorme colección de Funkos que Spreen tenía.

Ambos eran fanáticos de comprarlos, recuerda que el mismo oso le había regalado un par de colecciones que no había podido comprar.

Pero lo que le sacó una sonrisa sincera en el rostro, no fue el recuerdo, fueron unas enormes hojas que yacían exhibidas sobre la longitud del escritorio.

Eran los planos de su templo, uno que había diseñado Spreen, junto a una casa.

Su futura casa. La que compartirían ambos.

Sus dedos picaron al posarse sobre el papel, recorriendo cada trazo con el corazón agitado.

Aún no podía creer que eso fuera real.

¿Vivir con su novio? Sonaba como una fantasía, una fantasía que el oso compartía, y que la haría realidad.

Estaba muy feliz.

Deseo Profundo | SpruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora