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“ Voy a casarme con Sweety ”

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“ Voy a casarme con Sweety ”

Las palabras de Spreen taladraban su cabeza una y otra vez hasta dejarla hueca, sin explicación.

No lograba entender aún.

Spreen se casaría con la mujer que meses atrás le aseguró y juró que era su nada.

Ella sería su esposa.

¿Pero por qué? Si Spreen le dijo que lo ama, ¿Por qué le estaba haciendo esto? ¿Por qué ella y no él que supuestamente es su verdadero amor? Si él también lo ama con la misma o incluso más fuerza de un ciego irrebatible, ¿Por qué casarse con ella?

La burda y tonta explicación que le dio el oso fue que era para ayudarla, de no hacerlo ella tendría que regresar a su pueblo donde la esperaba su abusiva familia de la cual se había escapado.

Juan se resignaba a intentar entender a Spreen, ¿Pero quién entendía a Juan?

Resopló soltando el humo del tabaco, la sensación que quemaba su garganta y le provocaba una ronca tos.

Atinó a tirar el cigarro una vez se estaba terminando, aplastándolo con su pie.

Un toque en la entrada principal de su templo atrajo su atención, por lo que rápidamente buscó un suéter, tomando uno de color beige y un pantalón gris, vistiéndose a la prisa, mientras bajaba las escaleras para ir donde su muralla, de donde provenía el llamado.

Antes de salir se aseguró de ponerse unas gafas de sol para ocultar sus ojeras y párpados inchados por su llanto, y con el paso de un torpe, caminó tambaleante hasta su portón.

A pasar de su vista borrosa, pudo distinguir perfectamente de quién se trataba: cabellera turquesa, y piel brillante de un excéntrico tono rojizo, sí, en definitiva se trataba de Ollie.

— ¡Hola, señor Juan! — Lo saludó el supuesto extraterrestre en un tono pasivo de voz, el mencionado se limitó a saludar con su cabeza. — ¿No le estoy interrumpiendo o algo por el estilo, verdad?

Juan le sonrió de lado.

— No... Bueno, un poco sí, pero no importa. ¿Qué pasa? ¿Necesitabas algo?

El de pelo azul se relamió los labios, pensando.

— Solo pensé en pasar a saludarlo, últimamente tiene bastante tiempo que no le veo por el pueblo. — Confesó el chico arrugando comicamente la nariz. — Igual venía a comprarle unos libros, aprovechando.

— Ah, entiendo. Ven, pasa.

El hechicero de torpe manera abrió el portón permitiéndole el pase al otro hombre.

Ollie notó la torpeza de Juan al caminar, por lo que sin mencionar nada lo empezó a guiar casi como si estuviera completamente ciego.

— Señor Juan, venga, por ahí no, se va a golpear con el dragón. — Advirtió Ollie, tomando de la mano al perdido hechicero para encaminarlo por el camino correcto. — Este es el descanso, ahí viene otro escalón, suba... Eso.

Deseo Profundo | SpruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora