v e i n t i c i n c o

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La luz blanca cegó la vista del joven alfa

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La luz blanca cegó la vista del joven alfa. Estaba en silencio comportándose mientras la enfermera revisaba la herida en su cuello. Podía sentir la textura del guante desagradable y un ligero dolor que volvía real lo que sucedió. Había sido mordido. Jimin le marcó en medio de su delirio.

—Voy a limpiar, ¿de acuerdo? —habló la mujer beta que mantenía ya todo listo en una pequeña mesa metálica junto a ella.

Yoongi solo asintió. Su mandíbula se tensó cuando la enfermera pasó un hisopo con antiséptico. La herida estaba hecha de forma burda y en el sitio equivocado.

Yuna sonrió tratando de transmitir algo de calma al chico que se mantenía a raya respondiendo con gestos. Cuando Aerim llamó hablando sobre una herida en el cuello, esperó una escena dolorosa y llena de llanto. La sorpresa le rebasó, al ver solo cómo el joven alfa presionaba su mano en la herida, confundido, sin saber qué tenía que hacer.

—Desinfectaré y pondré un apósito, después de bañarte debes cambiarlo para evitar la acumulación de humedad —explicó en tono pacífico.

—Uhum...

La mujer se removió un poco incómoda en su asiento. Era difícil adivinar qué era lo que pensaba el chico. Ella tampoco estaba segura. Las mordidas por alfas, solían seguir un desafortunado patrón. Era doloroso, la mayoría de los chicos omegas lloraban y se culpaban por haber sido descuidados. Yuna nunca se planteó que vería la mordida de un omega en un alfa, tampoco que esté se mantendría tan absorto en sus propios pensamientos.

Se aclaró la garganta y continuó atendiendo la herida.

—No te preocupes, sanará muy pronto si la cuidas bien. Casi no dejará rastro.

Sus palabras lograron captar la atención del joven muchacho. Ambos hicieron contacto visual, para después ver como sus orbes se desviaban hacia abajo, en un intento de mirarse la herida. Sonrió, agotado.

—Es una lástima.

La mujer no supo qué responder y continuó trabajando en silencio. Aerim le había dicho muy poco. Le pidió que cuidara del joven muchacho mientras otro enfermero atendía al chico omega en la oficina del nutriólogo.

— ¿Llamarán a mis madres?

La voz del joven se escuchaba lejana mientras mantenía la mirada en un punto inexacto. Lidiar con su celo y la secuelas de la voz de mando había sobrepasado a Yoongi. Se sentía exhausto, pero su mente no dejaba de divagar, preguntándose cómo estaba Jimin. Después de la mordida, intentó curarla como debería hacerse, solo logro hacerlo a medias y después se volvió a desvanecer. Yoongi no supo qué hacer, sin la fuerza para cargarlo, decidió permanecer a su lado.La profesora Aerim no le permitió acercarse mucho cuando avisó que los llevaría a atenderse por separado.

—Lo que sucedió fue una situación delicada, debemos avisar a los padres de inmediato —explicó la enfermera, preparando el apósito para colocarlo, gentilmente.

EL ENCANTO DE LA BESTIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora