c u a r e n t a y u n o

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Afinó su armónica y suspiró profundamente

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Afinó su armónica y suspiró profundamente. Jimin escondió el amago de una sonrisa al verle actuar como un niño pequeño. Terminó el mensaje que escribía a su madre, avisando que habían llegado sin inconvenientes a la barbería.

—¿Seguro de que quieres hacerlo?

El alfa asintió con pocos ánimos, inspeccionando su armónica que había perdido quién-sabe-dónde hace varios días; y ayer, como por arte de magia la había encontrado entre un par de libros apilados que no se había molestado en acomodar antes.

—Yo iré primero y después tú, ¿sí?

Yoongi asintió aceptando la propuesta de Jimin. Estaba nervioso. Cortarse el cabello era algo que no disfrutaba. Su cabello había sido estropeado por una goma de mascar que alguien tiró al pasto. Taehyung y Jimin intentaron sacarlo, pero fue imposible.

Los grandes orbes del alfa se intensificaron cuando el pequeño omega sugirió que cortará el gran mechón de cabello dañado. Jimin intentó sacar un poco más al percibir el descontento del alfa, pero terminó apoyando la idea de Taehyung al ver qué solo estaba empeorando el cabello platinado.

Pensó en no hacer más escándalo, una parte de Yoongi se avergonzó de aquel sentimiento infantil que le impedía aceptar las cosas tal como eran. Solo era cabello. Pero recordaba la horrible pasta de goma que tenía en la cabeza y su deseo de llorar se incrementaba.

El omega pudo sentir a través de su vínculo al lobo de Yoongi que compartía su desconsuelo. Jimin extendió su mano buscando el contacto de Yoongi.

El alfa rió bajito y apartó la armónica: —¿Sí?

—Te compraré aceite de romero.

—¿Romero?

Jimin asintió y sujetó con fuerza su mano.

—Podemos ir a buscarlo saliendo de aquí —sugirió, meditándolo. Allá afuera había comenzado un suave diluvio que parecía no tener fin —. O, puedo dártelo mañana.

La incredulidad en el rostro de Yoongi se desvaneció al darse cuenta de lo preocupado que estaba el omega por consolarle. La sonrisa en su rostro se reafirmó y comenzó a reír como un pequeño cachorro.

—Vas a atrapar un resfriado si sales a empaparte. Vayamos a casa mejor.

El omega negó suavemente.

—Soy bastante resistente —aseguró —. Iré corriendo y...

—No, por favor —suplicó aunque estaba decidido a hacerle olvidar la idea por completo —. Mejor comamos pan y vayamos a casa después.

—Pero...

—Está bien —afirmó rozando su hombro, juguetón —. Consigamos pan de melón en la tienda de conveniencia de la esquina.

Jimin no estuvo del todo de acuerdo, pero no pudo insistir cuando el barbero llamó al siguiente cliente. Yoongi le animó a levantarse de su asiento y sonrió con ambos pulgares en alto.

EL ENCANTO DE LA BESTIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora