t r e i n t a

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Al sonido de la campana todos guardaron sus computadores portátiles sin escuchar las últimas palabras del profesor

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Al sonido de la campana todos guardaron sus computadores portátiles sin escuchar las últimas palabras del profesor. El barullo se intensificó.

—Nos vemos mañana, Jin.

La chica omega le sonrió antes de dirigirse a la entrada como el resto. Seokjin le correspondió y se despidió también. La pantalla de su móvil se encendió cuando recibió una notificación. Había pensado en ello desde la primera clase por la mañana. Torció el gesto y se obligó a leer el mensaje.

El aula se vaciaba poco a poco. En un día cualquiera Seokjin estaría apresurándose para abandonar el campus e ir a su departamento. Pero, se obligó a caminar a la cafetería.

Recordaba perfectamente su conversación con Chanyeol y lo que solicitó. Se suponía que básicamente era la carnada para ganar tiempo. Tenía claro cuál era la razón del porque él, y le importó un carajo cuando despertó una hora tarde para asistir a su primera clase.

Llevaba el cabello desordenado y había olvidado sus lentes de contacto en el tocador de su habitación. Ni siquiera estaba seguro de si la camisa que usaba estaba lavada y estaba exhausto con todos los proyectos que parecían no tener fin nunca.

Se talló los ojos por debajo de las gafas. Su teléfono móvil comenzó a sonar en el bolsillo de su jean y chasqueó la lengua cuando vio que se trataba de Chanyeol.

—¿Qué?

—¿Dónde está? ¿Se fue, hyung? —Seokjin no respondió apropósito y dejó que el chico entrará en pánico desde el otro lado del aula —. ¡HYUNG SE LARGÓ!

—Vuelve a gritarme y no llegaré a la cafetería.

—No, no —dijo de inmediato y cambió completamente el tema de la conversación —. Está en la cafetería, haciendo un ensayo de no-sé-qué, seguramente termina pronto porque su última clase fue hace una hora. Solo necesito que lo mantengas ahí un poco más, hyung.

Seokjin siseó una vaga respuesta a lo que decía el alfa. Se concentró un poco más en el camino cuando tuvo que esquivar a las personas que se aglomeraban en dirección a la cafetería. Reconoció algunos rostros, pero no se detuvo a saludar a nadie. Tampoco encontraba a la persona que estaba buscando.

—Creo que se fue.

—Imposible, tiene que seguir ahí. Es un maniático de la agenda. Busque más, hyung.

Seokjin resopló por lo bajo y continuó caminando. Las puertas de la cafetería se abrieron en automático al responder al sensor y él siguió en el teléfono insistiendo que no encontraba al grandote por ningún lado.

El malhumor se intensificó después de chocar con algunos y ser pisado por algún idiota descuidado. Estaba infestado de personas. El ruido le martillaba los oídos y todos los aromas de la comida grasosa se mezclaban produciendo una sensación nauseabunda. Camino entre los universitarios que se movían en grupos buscando un asiento libre antes de que su espacio para almorzar acabará y tuvieran que ir a la siguiente clase.

EL ENCANTO DE LA BESTIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora