☻ 𝟙𝟡 ☻

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Un gusto personal por el que se hubieran burlado de mí cuando niños, eran las princesas Disney.

Me gustaban los cuentos de hadas, pero aún más la dramatización que esta compañía mostraba. Cuando todo se solucionaba con un beso de verdadero amor o con luchar contra un poderoso villano de forma sencilla. Todo esto me había dado una percepción del mundo alegre, colorida. Creo que toda la vida fui un niño ingenuo y de hecho, eso fue lo que me trajo problemas.

Ahora en vez de tener una hermosa princesa a la cual salvar, tenía un apuesto príncipe el cual debía salvarme a mí. Salvarme de mis demonios y eso era algo difícil, nadie puede hacerlo.

Nos fuimos a caminar tras el comentario de Cartman. Kenny me tenía apegado a él, abrazándome con un solo brazo rodeando mi cuello. Su rostro mostraba incomodidad, aunque no creía que fuera por mí.

— Perdón. — pedí. Él giró a verme — no pude bañarme mientras estaba en el hospital.

— No hueles mal, cielo. — me dijo, y se detuvo para mirarme fijamente a los ojos — ¿Qué pasa, eh?

Quise decirle todo. Soltarlo. Pero las palabras se atascaron en mi garganta.

Solo miré hacia abajo y me apegué a él en un abrazo. Él acarició mi cabello y me dio un beso en la cabeza. Fue ahí que logré soltar todo.

— Me diagnosticaron ansiedad, Kenny. — solté. Kenny aún así no me soltó, me estaba escuchando — y no quiero que nuestra relación se vaya por el drenaje debido a mis inseguridades.

Con suavidad, Kenny levantó mi cara y me obligó a mirarlo a los ojos. Parecía que estaba le estaba afectando lo que le decía, se estaba ahorrando las ganas de llorar.

— Estoy seguro que esto es consecuencia de como te tratamos nosotros. — respondió él — ¿Sabes, Leo? No hay un maldito día donde no me vaya a dormir lamentándome por haberte hecho la primaria imposible. Te llegábamos hasta a golpear y tú... tú unicamente nos sonreías. Y nos seguías viendo como tus amigos. No hay día donde no me lamente de haberte llamado "Butters" esa primera vez. Perdóname.

Después de lo ocurrido con lo de su enfermedad muscular, Kenny cambió para mejor. Nunca fue una persona mala, de hecho. Siempre preocupado por sus amigos y a pesar de tener ciertas actitudes raras no dejaba de ser buen chico. Lo único raro fue que este año decidió dejar su rostro al descubierto la mayoría del tiempo, únicamente poniéndoselo cuando se está por ir a casa. Como si así evitara la muerte que lo sigue constantemente.

— Ken, yo... — acaricié su mejilla con suavidad y me percaté de que estaba llorando, solo que quería disimularlo. Intenté imitarlo, tal y como él hace cuando me agarra un ataque de pánico. Pero nada, solo me soltó una sonrisa fingida — creo que deberíamos terminar.

— ¿Qué? Leo, ¿Estás seguro de esto? — hubo silencio. Sí, lo estaba dudando. No podía dejarlo así. Separé mis manos de sus mejillas a ver si así se lograba ir este pensamiento, pero no — Leo, ayer te entregué mi cuerpo. ¿Acaso eso no demostró nada?

— Ken, perdón. L-lo dije como un impulso. — él mantuvo la calma y me abrazó fuertemente. Como nunca lo hizo, y hasta sentir que me faltaba el aire de lo fuerte que era.

Se acercó a mi oído y rozó sus labios contra este. Estaba a punto de decirme algo.

— Te prometo estar acá en las buenas y en las malas, mi Buttercup. — respondió — no estás solo. Yo no te voy a dejar solo.

No pude evitar agradecerle al cielo por tener a alguien como Kenny en mi vida. Alguien tan dulce, tan dedicado, y sobre todo estable. Alguien que está conmigo cuando mi mente es tormenta y cuando es mar tranquilo. Ahí es, Leopold.

Cuando todo esto acabe ▸South Park Fanfic◂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora