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El lugar que nosotros elegimos para nuestra cita fue uno bastante concurrido; el centro comercial.

Ahora estaba decidido a mostrar a Kenny al mundo. Besarnos frente a todos en donde sea y en el altar. Espero que en el altar más que nada.

— Ken. — lo llamé. Él giró a verme, y no pude evitar sonreír ampliamente — creo que me veo muy gracioso con este traje.

— Te ves precioso, mi amor. — respondió Kenny, y me dio un beso rápido. Sonreí tímido — pero es verdad. Este traje no es apto para la ocasión. Mejor quítate la ropa.

Carcajeé por aquel chiste. Kenny tomó mi mano y sin preguntarme, me arrastró dentro de una tienda de ropa.

Mi sonrisa hizo que él se pusiese el triple de buen humor de lo que ya estaba. Me acercó a él bruscamente y llenó de besos mi mejilla mientras una empleada de la tienda se acercaba.

— Miren a quiénes tenemos aquí.

Vanidosa y desagradable como Bebe era de por sí. No tenía idea de que ella era empleada de este lugar.

— H-hola. — saludé — ¿Tú trabajas aquí, Bebe?

— Sí. — me miró de pies a cabeza — me sorprende ver personas de tu talla en esta tienda. Parece que la ropa de las vitrinas no te dejó en claro que aquí no...

— Bárbara, si puedes y quieres trabajar, llévanos donde está la ropa de hombre. Por favor.

Bebe pegó un suspiro largo. No pude evitar recordar un momento borroso, cuando Craig estaba hablando con ella.

— Vale. — aceptó — pero no toquen nada. En especial Butters.

Bebe definitivamente no tiene ningún motivo para ser popular. De pequeña, sí podía llegar a serlo. Parece que lo único que atrae de ella siendo más grande, son sus pechos grandes o su bonito cabello rubio.

Finalmente nos dejó dentro de la tienda solos, a Kenny y a mí. Se fue sin decir nada, más yo no dije ningún comentario al respecto de su actitud.

— Hey. — me llamó Kenny. Volteé a verlo — ¿Te encuentras bien, Leo?

— Sí. — respondí, y sonreí un poco para despreocuparlo — es solo que... Bebe está rara.

— Bebe siempre es rara. Debe ser el tamaño de sus pechos que le está consumiendo el cerebro. — giré hacia la puerta. Bebe estaba recibiendo nuevos clientes, pero la actitud era muy diferente a la que había tenido conmigo y mi novio — ¡Cielo, mira esto!

— ¡Ahora voy! — respondí.

Caminé hacia él y Kenny me extendió un hermoso abrigo como el de él. Un rompeviento turquesa.

— ¿Te lo quieres probar? — me preguntó — está en liquidación.

— Ay, amor. El invierno está por terminar. — le respondí — y... creo que me veré igual que tú. ¡Con la diferencia de que a ti te queda fenomenal, por supuesto!

Kenny sonrió y caminó hacia el vestidor. No pude evitar seguirlo.

— Vamos, te espero. — insistió él. Al entrar, me percaté de lo caro que estaba este abrigo, pero de todos modos decidí comprarlo al ver la gran similitud que había con el de Kenny.

También era impresionante saber que la familia de Kenny es tan pobre que seguro tiene un único abrigo.

Me entraba justo. Salí y me paré frente a Kenneth. Recuerdo ver su cara de alegría.

— Ya quedaste como yo. — bromeó. Se acercó a mí y sacó la capucha de encima mío — así te ves mejor. Es que no puedo con la ternura que me das con solo los ojos al descubierto.

Cuando todo esto acabe ▸South Park Fanfic◂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora