Dolores Infernales 12/12/22

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—Dos días después.—

Trunks- Vamos, tensa los músculos. —Pidió mientras apretaba el brazo ya sanado de Goku.—

Descendió, para después tomar una caja llena de bebidas del suelo, y seguidamente, cargarla haciendo que sus músculos se tensaran con naturalidad.

Se sonrojó al ver el acto.
Se acercó al alfa, y delineando los músculos y su obra, sonrió.

Trunks- ¿Y el de la espalda? ¿Como esta? —Interrogó con curiosidad.—

Goku- Bien, me dejó de doler al otro día, aunque no podía rozarlo porque sentía que el pedazo de carne se me caía, dejando eso de lado, todo bien.

Trunks- Y eso que es pequeño... —Comentó tocando con su dedo índice su quijada.— En fin, todos reaccionan de una manera diferente a un tatuaje.

Goku- Sí...

Trunks- Cuando vayan a la playa, procuren invitarme...

Goku- ¿Por qué?

Trunks- Para ver tu espalda mojada y tus músculos trapecios y omoplatos tensar la zona con el tatuaje... —Contestó con ciertos perversión en la voz.—

Goku- E-está bien...

Respondió con una sonrisa desconcertada mientras caminaba hacia la puerta trasera del minimercado, pero el sonido de llamada en su celular le detuvo.

Trunks- Contesta. Me adelantaré. —Dijo quitándole de las manos la caja.—

Goku- Gracias. —Respondió a la llamada.— ¿Hola? ¿Vegeta, qué pasa?

—¿Vendrás pronto?—

—Nos faltan al rededor de treinta cajas, sumando que tenemos que arreglar nosotros las cosas.

—Entonces... Apurate...—

—¿Te duele algo? ¿Ya viene?— Interrogó levemente alterado.

—No... sólo angh~ hazlo rápido...— Agregó con dificultad para después colgar la llamada.

...

Estiró su brazo hacia la derecha, hacia donde la mesa nocturna de Goku se encontraba. Abrió el cajón, tomando el agarradero metálico con algo de fuerza.
Su mando hurgó entre las cosas que habían, para después, con lentitud, sacar una caja negra alargada y un preservativo cubierto en una envoltura rosa.
Abrió con sus manos temblorosas la pieza de cartón, y sacando un aparato rosa envuelto en plástico de burbujas lo sostuvo con firmeza.
Lo desenvolvió y a su vista dejó aquel vibrador que intentaba simular un falo de verdad, en detalles y color. 

Lo tocó con curiosidad, llevando la yema de sus dedos por cada vena plástica que este tenía.

Hasta abajo, donde el tope para introducir empezaba, un botón decoraba el lugar en la zona que quedaba plana.

Retomó la caja, y sacando las dos pilas que venían en una caja transparente, quitó la tapadera y metió ambas baterías al vibrador.
Colocó la tapadera aseguradora, y de nuevo, se dirigió a ese botón.

Perdido en tu Fragancia -Especial Navideño-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora