Omega heredero 8/12/22

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Reggi- Siempre quisiste un hijo, ¿Cierto amor? — Cuestionó levantando su débil mano, dirigiéndola a la mejilla de su esposo y futuro viudo.—

Vegetta- Sí... —contestó apretando el dorso ajeno.—

Reggi- Sabes que desde que nos casamos yo también lo soñaba, pero... Mi enfermedad y temor no me lo permiten... Tan sólo pensar en que por mi culpa un bebé inocente nacería enfermo me da repulsión hacia mi mismo... —Comentó sonriendo levemente.— Pronto te dejaré y lo sabes...

De su fría mirada bajaron cálidas lágrimas que recorrieron lenta y amargamente sus mejillas, mojando la mano del contrario hasta que estas descendían por su quijada y caían a sus rodillas, mojando la tela de su pantalón.
Mordió la esquina de su bermellón y aferrándose a esa débil extremidad, sollozó por lo bajo.

Reggi- Te amo, nos amamos, pero... Debo irme... Mi última voluntad para ti es que tengas un hijo...

...

Minoru- Mi señor, la graduación del joven Goku es está noche. —Avisó entrando a la habitación del alfa con los brazos en su zona lumbar. Sacando de sus pensamientos a su jefe con su calmada voz.— ¿Desea que prepare uno de sus trajes o irá como se encuentra vestido en este momento?

S. Vegetta- Ahora... No puedo ir. —Contestó entrelazando sobre sus rodillas sus manos.— 

Minoru- ¿Una nueva reunión?

S. Vegetta- Mi celo.

Minoru- Ya veo. Iré por su medicamento, por favor espere donde está.

Salió de la habitación de su amo y a paso un tanto apresurado se dirigió al baño.
Entró al sanitario, abrió la puerta del gabinete de medicamentos —que también servía como espejo— y tomando de una de las repisas de este, tomó un frasco naranja pequeño para después volver a cerrar la puertecilla.
Abrió el frasco y dejó caer tres pastillas azules a la palma de su mano.
Dejó en la orilla del lavabo el pote y se devolvió a donde el peli-flama.

—Gracias a su cambio repentino de temperatura terminó desabotonándose la pulcra camisa blanca que vestía, dejando ver su marcado torso junto a los pequeños diseños negros que sobresalían de su espalda a sus músculos trapecios.

Minoru- Mi señor, he traído su medicamento, debido a que acostumbra tomarlos en seco no he traído agua. —Agregó entrando a la habitación. Sintiendo a esa lejanía el bajo olor el alfa.—

Vegetta- Gracias. —Contestó y terminó de sacar la prenda de su cuerpo.—

Cerró la puerta de la recámara y dirigiéndose a la cama del alfa se sentó en la orilla del mueble, justo al lado de Vegetta.
Con la mano derecha le tomó la quijada y con el pulgar de la misma mano le presionó el bermellón, haciendo que el mayor abriese la boca. 
Con su otra mano metió pastilla por pastilla a la caliente y húmeda cavidad de su amo.

Su cuerpo soltó una fuerte oleada de aquella feromonas olorosas a canela, llenando la habitación y parte del pasillo con su fragancia levemente picosa. 
Su vista se alzó hasta ver fijamente a Minoru, le sostuvo la mano que en su quijada posaba, y yéndose hacia adelante en un movimiento descendente, hizo que quedaran recostados; él encima del omega, metido entre sus esbeltas piernas mientras se sostenía a un lado de la cabeza ajena con un brazo.

Perdido en tu Fragancia -Especial Navideño-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora