Las fronteras del Eientei

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Capitulo uno:  Primer día en la frontera.

Parte uno: Advertencia

― ¡Milord hemos terminado de repeler a las hadas del perímetro, a este ritmo la zona estará completamente asegurada en tan solo cuestión de un par de horas! ― La voz de Yoshiko resonó por el bosque entre tanto la figura de Yamata se dejaba observar, erguida en toda su gloria, observando por encima de las copas de los árboles ― Honorable padre, no hay rassssssstro alguno de lasssssss hadasssssss.

―Bien... debemos mantener esta posición hasta que las constructoras se presenten... y por favor... intentemos evitar batallas innecesarias. ―  Sheng dijo mientras que se paraba sobre una roca cercana, su postura algo inclinada revelando que estaba atento a su entorno, constantemente oliendo el ambiente, y en ocasiones sacando su lengua para saborear el aire en búsqueda de cualquier rastro de interés, sin embargo, parecía que lo peor había pasado ya.  ―  Deberán llegar aquí en poco tiempo, ya puedo oler a Tara y las demás.

―  Milord, solicito permiso para iniciar las labores correspondientes ―  Yoshiko dijo arrodillándose ante Sheng y bajando la mirada mientras asentaba su arco frente a él ― Concedido.

― Reconoceré el terreno para la construcción de un puesto de avanzada, una vez haya terminado le daré el reporte con los datos correspondientes ― Yoshiko se levantó y tras hacer una reverencia comenzó a avanzar por el bosque con arco en mano, sus orejas indicando perfectamente hacia qué dirección se estaba enfocando atenta al más mínimo sonido ― Honorable padre, ssssssssssolicccccccito permissssssso para ir en bussssssqueda de lasssss fuerzasssss de refuerzzzzzo, ¡deben aligerar el ritmo y no hacccccerle essssssperar!

― No creo que sea necesario... ― Sheng contestó, sin embargo, el espiritu de Yamata y su lenguaje corporal revelaban que esta estaba cuanto menos animada, su enorme cola rojiza estaba moviéndose con fuerza de lado a lado, amenazando con tumbar al suelo uno de los árboles de bambú ― En...entiendo...

Al instante Yamata se notó algo más desanimada, su cola redujo su velocidad y su tono de voz redujo su potencia e intensidad, por lo cual Sheng suspiró rendido.

― Pero apresúrate, tráelas aquí lo más rápido que puedas, este lugar debe de estar listo lo más rápido que se pueda ― Yamata escuchó eso y al instante se animó de nuevo haciendo una reverencia ante Sheng y lamiéndole la frente con un cariño evidente antes de reptar por el lugar dejando una estela de tierra movida y rocas pulverizadas conforme la gigantesca mole de músculo y escamas rojas avanzaba por el suelo del bosque asiático ― Sin duda alguna eres... algo especial...

Sheng sonrío levemente retirando su venda y observando a su mascota desaparecer en el bosque, el joven se sentía algo raro, pero cálido, esa serpiente roja se había ganado con mucha fuerza un gran cariño del infante.

Usando la magia de antes, Sheng hizo levitar el pergamino con facilidad y comenzó a leerlo de nuevo, mientras que caminaba guiándose por sus demás sentidos recolectando rocas de gran tamaño con su cola, levantándolas con suma facilidad y colocándolas en un mismo lugar.

El joven leyó algo que le llamó un poco la atención y tras unos segundos de leerlo, se recolocó la venda y volteó hacia un costado, visiblemente atento a lo que parecía estar ahí.

De ese lugar, una sola figura se alzó, un pequeño animal emplumado, un pollo, a juzgar por su olor y los sonidos que emitía, pero su aspecto desnutrido y su olor a podredumbre con basura lo hacía sentirse algo extrañado.

El joven pudo sentir que, entre ese olor a alimentos caducos, se encontraba también un olor a sangre, y si la visión térmica no le fallaba ese animal no debería de ser muy grande, a duras penas del tamaño de un pollo joven.

Una historia en Gensokyo: "Más allá de lo que puedes ver..."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora