Una historia en Gensokyo: "Más allá de lo que puedes ver..."

Bestia enjaulada

Capitulo uno: En la privacidad de lo oculto

Parte uno:  ...

Silencio... oscuridad... desesperación... mis pies arden... todo esta oscuro... tengo miedo...

Correr... correr... es lo único que puedo hacer, mis piernas arden, no puedo hacer nada más que correr, este espacio oscuro es gigantesco, se entiende más allá de lo que puedo escuchar o sentir, todo... el suelo por donde yo estoy es liso, pero tras algunos pasos más al correr he llegado a una zona suave pero rugosa, que parece extenderse sin final mientras corro.

Pasos... pasos... pisadas horribles, pesadas y fuertes, algo me sigue, muchísimo más rápido de lo que yo puedo correr, el sonido agudo de la cosa que me está cazando es semejante a una risa burlona, constante, aguda y rápida, repitiéndose en intervalos rítmicos casi musicales, como una tonada algo alegre...

Como si aquella criatura que me persigue se deleitara de mi desesperación al correr en esta oscuridad sin final, no puedo ver nada, todo se siente vacío, no siento nada de calor, solo un frío atroz como si el lugar entero en el que me encuentro no fuera sino una zona que no ha sido usada en un largo tiempo.

La sensación de suavidad y rugosidad en mis pies descalzos no ha hecho sino impedir que pudiera percatarme de una curva repentina en el relieve, alzándome de forma algo violenta y haciéndome resbalar, forzándome a utilizar mis cuatro extremidades para tratar de escapar.

Mi cuerpo no reacciona como se debe, no siento parte de mi vientre, pero mi espalda arde con una intensidad sin igual, como si hubiera sufrido de una quemadura tan grave que se extiende desde mi espalda baja hasta cerca de mi nuca, con un ardor que no puedo combatir, lo único manteniéndome con vida y energía para escapar, siendo aquello que me persigue, recordándome porque aún con esta agónica situación, debo de correr...

Arrastrarme... correr... no importa que deba hacer, debo avanzar... no debo flaquear, no debo permitir que eso que me sigue consiga atraparme, su velocidad es mucho mayor que la mía, y su tamaño también...

Luchar no sirve de nada, no tengo ni la fuerza ni las armas para defenderme... solo puedo huir, no hay agua a la vista, no puedo observar el cielo, solo este extenso terreno rugoso y suave que genera una fricción casi dolorosa en mis pies por la forma en que ando descalzo, detrás de mí, puedo escuchar el sonido de las garras haciendo cierto ruido, que pareció detenerse una vez aquello entró a esta misma zona que yo.

Mirando hacia atrás no tardé mucho en observar aquello que había escuchado en más de una ocasión en advertencias de parte de mi madre... madre mía... en verdad lamento haberte fallado y estar ahora a las puertas de la muerte...

"¡Hijo mío, témele al predador que goza de hermosura!"

Recuerdo que ella me lo recitó cuando más joven era yo.

"¡Las mandíbulas que muerden, las garras que atrapan!"

La advertencia que ella me recitó sin parar cada vez que pudo, advertencia que ahora mismo desearía haber podido acatar...

"¡Pues quien caza, con astucia e inteligencia te arrastrará, y de un día a otro te atrapará!"

Desearía haber gozado de aquel privilegio, de poder haber evitado aquello que me ha atrapado y me ha arrastrado a este lugar... en penumbras y oscuridad siniestra, no puedo sino observar cómo aquello se mueve, ágil como solo un predador podría, mientras que mi nariz no hace sino debilitarme a pasos agigantados, el hollín del aire no hace sino hacerme sentir cansado conforme tapada mi nariz se torna, mi respiración se hace mucho más pesada conforme el cansancio me afecta y el hollín se conjunta tapando mis fosas nasales.