Capítulo 12

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POV Alejandro

No sé como Jennifer aún tiene tanta energía, pero eso no me importa. Esperé tanto tiempo para hacerle el amor y por fin se dió. Así que la haré venir todo el día y a cualquier hora. Corrí hacía ella, la levanté y enrollo sus pies en mi cintura.

- Ya estamos en la oficina, tengo un sillón también. Aquí cumpliré tres de tus fantasías.
- Mmmmm.... Si Alejandro.... Penetrame en la silla, quítame las bragas y saca tu pene por el pantalón. Cógeme con ropa.- Gimió mientras le besa el cuello.
- Claro que si pequeña, pero lo haré a mi manera. Caminé hasta mi escritorio y la senté en el borde, me senté en la silla, le abrí las piernas y metí mi cabeza dentro de la falda. Comencé a besarla y pasarle la lengua por encima de la braga, joder, estaba tan mojada. Le rompí la braga y comencé a besar su clítoris. Recorrí cada parte de ella con mi lengua, sabía exquisita. La escuchaba gemir bajito, escuchaba su respiración agitada y su voz cortante cuando me dice que no pare.
- Ahhh, señor.... Mmm... me voy.... a co... a correr...- gemía, mientras yo aumentaba la velocidad. Cuando se corrió, recogí sus fluidos con mi boca, salí de su falda y cuando la miré a la cara estaba roja, casi no podía respirar.
- Pequeña, ¿estás bien?- me preocupé. Ella enrolla sus brazos sobre mi cuello pegándome a su cuerpo.
- Estoy bien, Alejandro. Mejor que nunca.- Acto seguido me besa apasionadamente. Me despego para quitarme el pantalón y me detiene- No, no te lo quites, solo saca tu pene, esa es mi fantasía.
- Como digas- le dije con una sonrisa en la cara. Me saqué el pene, ella me puso el preservativo y la tomé en brazos. Me senté en la silla y ella acomodó mi pene dentro de su vagina.
- No te muevas, deja que yo haga todo.- Me encanta cuando se vuelven posesivas, Jennifer me vuelve loco. Wilfredo, te lo dije que tu hija lo iba a pasar bien. Ella comienza a moverse de arriba a abajo, poco a poco aumenta la velocidad, luego comenzó a moverse en círculos y al parecer así sintió mas placer. Soltó un gemido, bastante fuerte por lo que me miró asustada y se detuvo.
- Sigue moviéndote, pequeña.- le suplico mientras le pongo una mano en la boca. Ella comienza a moverse más fuerte y comienza a brincar, esta desesperada. Le saco la mano de la boca y la comienzo a besar. Luego me besó el cuello y escucho como me gime al oído.
- Ahhh, Alejandro... Me encanta... tu... pene... es enorme... ahhh.- seguía diciéndome cosas al oído. Cuando los dos llegamos al orgasmo, me paré de la silla, y de camino al sofá le saque el vestido. Tenía ganas de ver esas enormes y perfectamente redondas tetas. Quería sentir sus pezones dentro de mi boca, quería poder exprimirlos y escucharla gemir. La tiré al sillón y le besé todo su cuerpo.

El mejor amigo de mi padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora