iv. The very first night

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Solamente unas horas después, llevaba puesto el vestido más caro y lujoso que he llevado en mi vida. El atuendo en si era bastante simple, cuero tan negro como la noche, pero lo sensacional era la capa que, dentro de unos minutos, iba a salir ardiendo con una especie de "fuego falso". Apenas llevaba maquillaje, simplemente un poco de sombra negra para resaltar mis ojos verdes y un poco de iluminador. Por otra parte, el pelo iba recogido en una de las compleja trenzas como las que la señora Everdeen le hacía a Katniss en día importantes.

Por un momento, me pregunto que estarán haciendo. Lo más probable es que estén las tres reunidas alrededor del viejo televisor - que funcionaba solamente en días importantes como este -, esperando a que el desfile de tributos empiece.

Cinna y Portia nos dieron los últimos retoques de maquillaje y arreglaron la posición de nuestras respectivas capas.

— ¿Qué piensas del fuego? — le pregunté a Peeta.

— Se que le prometimos a Haymitch que haríamos todo lo que nos pidiesen, pero esto me parece un poco excesivo — respondió entre dientes — Por cierto, ¿Dónde está?

— Prefiero que esté lejos, con todo ese alcohol dentro podría convertirse en un coctel molotov cuando nos enciendan.

Ambos reímos ante mi ingeniosa broma. Tengo que admitir que hay algo en su risa que me produce un yo que se que

El himno empezó a sonar, al igual que los vítores de las personas que nos esperaban en las calles del Capitolio. Los tributos del Distrito uno son los primeros en salir, por lo que Peeta y yo somos los últimos. Éramos los siguientes en salir cuando Cinna apareció con una antorcha prendida. 

— Allá vamos — dijo. 

Tuve que ahogar un grito cuando vi como prendía mi capa, esperando la quemadura en mi espalda, pero nunca llegó.  Cinna bajó del carro de un salto a la vez que este empezó a andar. Estaba tan maravillada observando el fuego de mi capa que perdí el equilibrio, pero el robusto brazo de Peeta estuvo en mi cintura justo a tiempo para mantenerme en el carro. Afiancé el mío en su cintura también, temía caerme.

— No me sueltes por favor — le dije con la voz entrecortada.

— Nunca — respondió.

Los capitolinos dejaron de admirar a los carros de nuestros adversarios para dirigirnos la mirada expresamente a nosotros. Nos miré en una de las muchas pantallas gigantes y ya entendía el porqué, nos veíamos deslumbrantes.

"Sonríe y saluda con más ganas, puede que alguno sea rico."

Recuerdo las palabras de Peeta esta mañana y las sigo al pie de la letra. Conforme iba agarrando confianza, lanzaba algún que otro beso a mis fans. La gente del Capitolio se volvió loca; nos bañaban en flores, gritaban nuestros nombres y el de nuestro Distrito, porque se habían tomado las molestias de mirarlo.

Los doce carros entraron en el Círculo de la Ciudad, donde el presidente Snow iba a dar el discurso de inauguración como todos los años. Aunque yo no prestaba atención, solo podía ver una cosa; y esa cosa era lo hermoso que se veía Peeta bajo las sombras de las llamas, resaltando sus ojos marrones. Cuando terminó de sonar el himno, los carros se dirigieron al Centro de Entrenamiento.

— ¡Lo habéis hecho genial! — gritó Cinna nada más quitarnos las capas en llamas y farfullar otros piropos.

De repente me percaté de que todavía seguía pegada a Peeta, así que me obligué a separarme. Él me ofreció una sonrisa con el toque perfecto de dulzura y timidez que me hacía sentir que era mi mejor amigo desde hace años. 

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Si antes creía que Effie Trinket era habladora, ahora lo creo más todavía. No paraba de alabar  nuestros trajes, nuestra conducta y sobre todo su trabajo consiguiendo patrocinadores. También era comprensible su emoción, es la primera vez en muchos años que el Distrito doce causa sensación.

P E A C E  ▬ Peeta MellarkWhere stories live. Discover now