vi. The bretayal

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Salí del ascensor y me adentré directamente en mi habitación, acompañada por todas las voces de mi equipo preguntando porqué me sangraban los brazos; no les hice caso hasta que se fueron cansados de tanto insistir a través de la puerta bloqueada de mi habitación. Estuve tumbada en la cama sin hacer anda hasta que Effie vino a avisarme de que era la hora de cenar, entonces me bañé, cambié de ropa y salí.

Todos me esperaban en la mesa del comedor, expectantes por una respuesta que nunca iba a salir de mis labios, se tenían que conformar con mi silencio por ahora. Evité mirar a los demás a los ojos, para que no pudiesen ver el sentimiento de decepción que me corroía internamente.

Todo era silencio hasta que Haymitch decidió hablar:

— ¿Lo habéis echo muy mal hoy?

— Creo que da igual —  respondió Peeta —, cuando entré nadie se molestó en mirarme; así que me dediqué a lanzar algunos objetos pesados y cuchillos hasta que me dijeron que me podía ir.

— ¿Y tú, preciosa? 

— Les... lancé un cuchillo 

Ahí fue cuando empezó el verdadero horror. Effie empezó a pedirme una explicación para ello, Haymitch dejó de beber para mirarme directamente a los ojos y Peeta simplemente esperó pacientemente mi respuesta.

— ¿Y lo de los brazos? — Cinna fue el que, con una simple frase, hizo que Effie dejase de hablar.

— Cuando entré no me prestaban atención, hice los entrenamientos que me dijisteis pero seguían sin hacerme caso — los brazos me comenzaron a arder como respuesta al nerviosismo —, entonces decidí provocarles ¿Y que mejor que con perder a un tributo?

Nadie se atrevió a decir palabra después de eso, creo que todos lo estaban procesando. El resto de la cena transcurrió en silencio, como si nadie quisiera sacar el tema por miedo a una represalia. Cuando todos terminaron, nos sentamos en el salón a la espera de nuestras puntuaciones. Y como siempre, el doce va el último; primero sale Peeta, el cual consigue un ocho ¡Un ocho! Por lo menos nos llevamos algo de felicidad antes de mi mediocre nota.

— Y por último otra Sorní, Adhara Sorní — dijo Caesar Flickerman. Agarré el brazo de Peeta ante tal nerviosismo, a la víspera de mi puntuación — la cual consigue un... ¡Once!

Lo único que pude notar fue el chillido de Effie y la mano de Haymitch dándome unas palmadas de felicitación en la espalda. Cinna hablaba de lo maravilloso que era mi vestido para las entrevista y Effie seguía gritando cosas incoherentes sobre cómo vamos a tener que comportaros en las entrevistas. Pero yo solo podía prestarle atención a una cosa, la cara de preocupación de Peeta.

Debería de estar contento ¿No? Tiene un ocho, lo cual no es poca cosa, pero la arruga en su entrecejo y el vacío en sus ojos me indicaban lo contrario.

— ¿Te encuentras bien? — le pregunté.

— Sí — masculló, para después desaparecer hacia su habitación. Hice ademán de ir tras él, pero Cinna me lo impidió.

— Déjalo ir.

— Se acabó el juego de niños, Adhara — añadió Haymitch. — Oficialmente han empezado los Juegos.

Escapé a mi cuarto y me enterré en las sábanas, deseando volver al Distrito doce y dejar toda esta pesadilla atrás. Lo deseaba tanto, que hasta soñé con los amigos que dejé atrás.

.      .      .      .

Me desperté más temprano de lo usual, incluso pude ver el precioso amanecer capitolino. Aunque me desperté temprano, me obligué a permanecer tumbada hasta que alguien viniera a reclamar mi atención. 

P E A C E  ▬ Peeta MellarkWhere stories live. Discover now