3. ¡Vete a la Andrómeda!

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No te gusta lo que hago,
no te gusta mi estilo
ni mi forma de ser, y te entiendo,
a veces ni yo me caigo bien.
A veces me aborrezco
y me auto castigo.
A veces me causo dolor y me limito; me corto las alas a mí mismo.

Porque, ¿quién demonios quiere volar cuando viento no hay?, tienes piernas
pero, ¿quién demonios quiere caminar
cuando no hay tierra?

Suma a eso que las mías las cortó una bestia allá por el bosque cuando del pantano decidí salir.
Cuando decidí caminar.
Cuando me quité las ponzoñas
de la cara y el veneno me corroía, pero no morí.

Desprolija situación tengo siempre como para que tú y tu cara de estómago estreñido quieran decirme qué hacer,
¿qué esperas sino más que estar así y envejecer?

Estás en la tierra, la tierra está en el sistema solar, el sistema solar está en uno de los brazos de la vía láctea pero no te quiero allí.
Ve un poco más lejos hasta abandonarla,
hay una galaxia vecina demasiado colosal
para que en ella mores,
para que allá odies
o para que allá te enamores.
¡Vete a la Andrómeda!

No te gusta verme feliz, puedes hablar hasta cansarte de mí, hijo de tu bendita madre,
porque casi todas las madres lo son.
Deséame el mal que quieras porque
para ti solo tengo una bendición.

Tengo un saludo y una sonrisa.
Tengo dos manos y una pluma escurridiza.
Tengo un estornudo que crea brisas.
Tengo un pantalón y una camisa.

Tengo un saludo y tal vez sonría.
Tengo dos manos y una pluma vacía.
Tengo un estornudo que tal vez brisee.
Tengo un pantalón roto y una desgarrada camisa.

Tengo una mano que si no saluda con dos dedos
lo hará con uno, el dedo medio.
Ya solo vete.
¡Vete a la Andrómeda!


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