En una desconocida dimensión de formas esponjosas y tersas, soy feliz porque no hay nadie
y por ello salto de la emoción.
Yo, que amo la soledad pero
al mismo tiempo
me mata a lo cabrón.
Yo, que amo esa soledad
pero por porciones,
mi alma no podría jamás con grandes guarniciones.¡Salto!
Antes de hacerlo reviso
si mis agujetas no están desatadas,
pero, ¡oh, vaya sorpresa la mía!
estoy descalzo y las nubes me agradecen.
No hay peligro de tropezar pues desnudos van mis pies, al menos así lo parecen.¡Salto!
Y antes de hacerlo,
reviso que mi ropa sea ligera,
perfecta para saltar por estos naturales trampolines como
si fuese primavera.
Como si el día y la noche míos fueran,
como si nada sólido hubiese
allá afuera.
Y, ¡oh, vaya la mía sorpresa!,
estoy desnudo,
no hay ropa que estorbe
o haga a mi cuerpo torpe.¡Salto!
Pero antes de hacerlo,
reviso si estas nubes me podrán;
debo cerciorarme
antes de completamente entrar.
Como si un lago fuese y quisiera comprobar,
metiendo primero un pie,
qué tan helada el agua estará.
Y, ¡oh, sorpresa vaya la mía!Mi pie se hunde.
Entonces pienso: si esto no
es la vida real,
¿qué importa si salto y al precipicio me hundo?,
¿qué importa?, si abajo no sé si existirá el mundo;
ese mundo que tanto odio,
que tanto deseo
que se extinga desde siempre,
y que al final de todo la melodía
funesta la paz secuestre.¡Salto!
Y al hacerlo los miedos no existen,
pues no importa si caigo y muero
porque sé que pocos habrán tristes.
No hay personas, no hay nada abajo, supongo;
no hay aves, no hay aviones,
solo este paisaje sin trasfondo.
Solo existe el sol y el aire, pintando
el mejor cuadro al horizonte.
Solo la suavidad bajo mis pies
mientras salto como venado en el monte.¡Una, dos, tres, cuatro, cinco nubes!
Iré a la que parece un barco
para ver si en este océano de
vapor navego.
Sería el primer hombre en hacerlo,
e incluso podría aunque estuviera ciego.¡Una, dos, tres, cuatro, cinco nubes!
Sin querer miré hacia abajo
y he perdido el equilibrio.
Y he sentido sólido de nuevo,
pues bajo mis pies hay vidrios.¡Oh, hermosa nube, por mi culpa
te has manchado de rojo!
Tu lindo y puro color blanco
ha sido contaminado.
¡Disculpa!,
es que todo lo que toco lo cago.Pero desde chico mi mamá
me enseñó a arreglar las cosas.
Mis problemas debo solucionarlos
y más si afectan a otros,
tranquila, y acepta mil disculpas más
de este monstruo.
Acepta estos versos,
estas rimas y estas prosas.¡Y acepta este suicidio mío!
Desde ti, nube manchada,
puedo ver hacia abajo.
No sé que hay allí, no sé si
el mundo existe,
mucho menos las personas.
Pero ya no tengo miedo,
puedo lanzarme sabiendo
que es lo correcto.¡Oh, hermosa nube!, desde la más profunda oscuridad de mi corazón, ¡disculpa!
Y acepta de parte de este monstruo
otras mil disculpas.¡Salto!
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Antipoesía dietética
Poesía¿Has visto alguna vez los productos dietéticos?, pues son mera superstición para disfrazar tu cerebro de falsa salud y engañar tu sistema de la manera más ingenua; incluso te hacen más daño. Al igual que esos productos, no esperes que estos escritos...