Un gran salón de arquitectura gótica es el recinto de un maldito melancólico que se hace el fuerte por escasas y efímeras milésimas que valen lo mismo que un guisante.
Pero, ¿cómo podría durar dicha fuerza si la oscura y vacía sala se empapa con las notas altas de una doliente ópera?, una pieza que sabe a muerte y que rasga las córneas y aprieta el corazón sin ningún atisbo de piedad.
¡No hay raciocinio en ese ser deplorable hasta los huesos!
Su mano se menea con la mayor de las tristezas sobre un jardín blanco, sosteniendo una navaja que podría teñirlo de un color familiar.
Las flechas musicales atraviesan los tímpanos hasta ensordecer el alma y alza su acabada mirada al escenario, para con esas ventanas ojerosas poder reprocharle la falta de luz a ése ángel intérprete de funesta melodía.
Al hacerlo, las notas se vuelven aún más dolorosas de lo que podrían ser; ahora debe ver hacia el cielo y soportar ese tema post-mortem que hace que desde las entrañas surja toda la rabia, toda la angustia, toda la presión y ansiedad que en ese casi muerto cuerpo moran.
Y, desde lo más profundo del sufrimiento, brotan letras desde las córneas que son púas, más que lágrimas. Letras que regarán el blanco jardín donde crecerán rosas negras.
Y esas rosas negras serán el mausoleo de su lápida, serán el oscuro recuerdo que dejará a los suyos.
Quisiera dejar algo mejor que éstas pobres y deprimentes letras, quisiera dejar lo mejor de sí mismo y no lo peor de sus adentros.
Quisiera poder vivir más para poder lograr eso.
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Antipoesía dietética
Poesia¿Has visto alguna vez los productos dietéticos?, pues son mera superstición para disfrazar tu cerebro de falsa salud y engañar tu sistema de la manera más ingenua; incluso te hacen más daño. Al igual que esos productos, no esperes que estos escritos...