8. La gota que derramó la vena

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A la brevedad le sugerí a mi parte
carente de actos blancos,
que muy manchado tenía ya su historial divino,
que volviera al camino del arte,

mas volver al inicio gran sacrificio
imponía de por medio,
siendo apenas mi moral un promedio
de paradojas flojas en un mundo ficticio.

No más falso que el que en ese tiempo,
para ser concisos, tiempo perdido,
despilfarrando salud en la bermejiza fuente y su nido.
Donde no pega el viento.

Allí donde los graffitis se pintan con sangre,
donde la noche no arrulla,
donde el ruido blanco son sirenas de ambulancias y patrullas,
donde miras tripas, yugulares, carne.

¿Compasión?,
no llegaba a la sala esa dama,
no llegaban sus piernas, ni sus nalgas, ni sus mamas.
¡Con pasión!

¡Ni el miedo llegaba siquiera!,
ahí el frío te arropaba,
matar el tiempo que al mismo tiempo nos mataba,
como las drogas, como la acera.

A la brevedad le sugerí a mi parte carente de empatía y anhelo,
carente de triunfo, éxito y sueños,
que volviera al camino del arte.

¿El arte?
la única dama que podía salvarte,
la única dama que no quería matarte,
¡helarte!

Antipoesía dietética Donde viven las historias. Descúbrelo ahora