014: Medio lleno, medio vacío

181 30 64
                                    

"¿Existirán el cielo y el infierno? Aún no hay nadie que pueda confirmarlo, pero no se preocupen, me encargaré de que puedan vivir esa experiencia totalmente gratis. ¿Para qué esperar a morir para recién arrepentirte de tus malas acciones?"- Eddie Munson.

___________________________________________________________________________

Mientras conducía de vuelta a casa Steve recordó la razón por la que había dejado de involucrarse en peleas, tras terminar la secundaria su vida dio un cambio inesperado, maduró, creció y con ellos sus prioridades cambiaron. No le veía sentido agarrarse a golpes con otra persona, hasta que escuchó el dolor en la voz de Eddie.

Le ardía el rostro, le latía la cabeza, apenas podía respirar y tenía la completa certeza de que su ojo se saldría de su lugar en cualquier momento.

Dios, olvidaba lo horrible que era pelear. Sin embargo, nada dolía más que esa opresión en el pecho al sentir que no era suficiente. Necesitaba ver muerto a Jason, y a cada persona que se atreviera a lastimar a Eddie.

Jamás en su vida había perdido el control de esa manera, excepto de una ocasión en la que fue testigo de cómo Billy estaba siendo excesivamente grosero con Max. O la vez en la que amenazó a un grupo de pubertos cuando se burlaron de Dustin.

No sabía exactamente lo que era, lo único seguro era que no dejaría que la muerte de Eddie pasara como un hecho insignificante en el pueblo.

Agradeció que sus padres no estén en casa, o tendría que lidiar con los gritos preocupados de su madre al ver su rostro, y no contaba con los ánimos suficientes para convencerla de que no necesitaba ir al hospital.

Bueno, empezaba a dudarlo en cuanto se vio en el espejo. No podía recordar la última vez que estuvo tan lastimado. Al menos en su exterior, porque por dentro... llevaba muerto hace mucho tiempo.

Se supone que Family Video debía abrir a las ocho en punto, miró su reloj para confirmar la hora y confirmar que Munson llegaría tarde. No quería causar problemas, además sabía lo mucho que el chico necesitaba el trabajo, por lo que abrió la tienda sin quejarse, aunque esperaba que no tardara en volver para evitar discusiones con Keith.

Nueve y treinta. ¿En verdad faltó al trabajo y ni siquiera tuvo la delicadeza de avisar? Estaba molesto. Por culpa de ese tonto tendría que trabajar el doble, esperaba que en serio tuviera una buena excusa y no se hubiera entretenido con alguna chica en sus constantes entregas de drogas.

¿Por qué demonios debía ser tan amable y ofrecerse a llevarlas a su casa? Cuando podía atenderlas perfectamente bien en el bosque, como a todos sus clientes. Era un idiota. El más idiota del universo entero.

Hasta que lo vio entrar y sintió cómo el enojo abandonaba su cuerpo y en cambio una extraña sensación de angustia se apoderó de él.

Traía la ceja cortada, al igual que el labio, el ojo morado, la nariz probablemente rota. Sangre seca que cubría parte de su camiseta y cuerpo.

-Lamento llegar tarde, ¿Keith ya llegó? - fue lo primero que dijo.

-Olvida a Keith, ¿qué demonios pasó contigo? - exclamó preocupado, en menos de un segundo pasó del mostrador hacia donde se encontraba Munson para examinar sus heridas con mayor detenimiento.

-Vine caminando al trabajo, vivo un poco lejos y...

-Munson, no me importa tu tardanza, me refiero a tu rostro, ¿quién te lastimó? ¿es por las drogas? - preguntó.

-¿Realmente importa?

-Claro que sí, mira como te dejaron, vayamos a la policía y denunciamos a esos idiotas.

13 reasons why (Steddie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora