Introducción: La curiosidad del primer amor

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Estás en mi cabeza y en mi corazón, y sé que es correcto. Tengo tu mano en la mía y estoy pensando en esto mientras luces brillante. Nunca te dejaré ir: haré lo que es correcto.

Y si pudiera sentir tus labios hoy, creo que haría esto cada vez.

Eres mi primer beso, nunca pensé que podría sentirse así. Creo que estoy enamorado.

Stedlig no era realmente un lugar, aunque para Felix y Hyunjin se trataba de un pequeño montículo de tierra al lado del río en su parte más oculta. A veces era un árbol y, otras, el mismo río. Ninguno estaba seguro sobre a qué llamaban de esa manera, pero tenían la certeza de que regresar allí siempre era sinónimo de sentirse en casa, de sentirse... reales.

Quizás, en algún punto, Stedlig eran ellos mismos, porque, de otra manera, Hyunjin no podía explicarse el sentimiento hogareño que adormecía sus miedos si tenía a Felix cerca, pero no al río, al árbol o al montículo de tierra.

Simplemente, Felix bastaba para hacerlo sentir él mismo.

Y Hyunjin comenzó a amar ese hecho de una manera diferente.

Hyunjin miró a Felix durante varios segundos sin entender por qué el rostro de su mejor amigo le parecía tan interesante. Creyó que, quizás, las manchas de acrílico amarillo en sus mejillas tenían algo que ver, pero ni siquiera cuando se las lavó con el agua del río pudo apartar la mirada.

No quería hacer eso.

Pero tuvo qué en el momento en el que fue bruscamente despertado de su ensoñación cuando, de repente, a Felix le dio por empujarlo. No lo había hecho con tanta fuerza, pero Hyunjin quiso quejarse; sin embargo, la risa de Felix se lo impidió. Abrió la boca e intentó hacer que sus pensamientos y emociones se pusieran de acuerdo con lo que iba a decir, pero la sola sonrisa en el rostro contrario era suficiente para dejarlo mudo, ido, perdido.

Y se sentía aterradoramente bien.

Parpadeó una vez, luego otra, y varias veces más para hacerse consciente de sus acciones, y se enderezó.

Notó, por la humedad en su espalda, que había caído a la orilla del río. Quiso preocuparse por la reacción de sus padres al ver su ropa sucia, pero no pudo: su atención estaba en la razón del por qué su corazón latía con tanta fuerza y, además, dolía si tenía el cálido cuerpo de Felix sobre el suyo, mientras sus manos sostenían sus hombros.

No supo en qué momento el chico de pecas había llegado allí, pero no le molestó.

«¿Por qué me estás tocando? ¿Por qué me miras así? ¿Por qué me siento tan extraño? ¿Por qué...?».

—... Jinnie, ¡Jinnie! ¡Deja de actuar raro! ¡Hyunjin! —Felix chilló y comenzó a toquetear el pecho de su amigo, en busca de encontrar algo que hiciera reaccionar al chico frente a él—. Le diré a tu mamá que eres tú el que se roba la caja de acrílicos de tu papá y no yo...

Le pellizó el abdomen y Hyunjin ahogó un grito. Con ambas manos, tomó las muñecas de Felix e hizo que los dos cayeran sobre la tierra mojada. Felix pataleó y ambos rodaron hasta que Hyunjin emitió un chillido al sentir el agua helada en su espalda. Felix soltó una carcajada y se liberó de su agarre.

Hyunjin abrió los ojos y frunció el ceño. Arqueó la espalda y usó las manos para sentarse sobre el agua, quiso arrastrar a Felix hacia él para que él también se mojara, pero había algo en él y la forma en la que cerraba los ojos al reír que le hacía imposible a Hyunjin obedecer a su  enojo y complacer sus deseos de «venganza». Incluso consideró extraño el hecho de que estos no tardaban en desaparecer si Felix lo miraba así.

Como si Hyunjin fuera el único dueño de su atención.

Como si fueran solo ellos en el mundo.

Como si... él también se sintiera de la misma manera.

—¿No dirás nada? —Felix dijo mientras se limpiaba la cara—. ¿No vas a empujarme de vuelta? —La sonrisa de Felix comenzó a desaparecer tras cada palabra que salía de su boca—. ¿Te... lastimé?

Las manos de Felix viajaron a la cara de Hyunjin, donde ahuecó sus mejillas para examinarlo en búsqueda de alguna herida o dolor.

«No es ahí donde duele», quiso decirle, pero no estaba seguro de su capacidad para hablar con coherencia, por lo que decidió agarrar la mano de Felix y hacer que se posara sobre su pecho, justo en donde su corazón latía con fuerza, como si fuese a explotar.

Quizás lo haría si lo seguía mirando con tanta atención.

Entonces, Felix jadeó y llevó la otra mano junto a la primera. Palpó con cuidado y frunció el entrecejo.

—¿Por qué está así? —Hyunjin no pudo pensar en otra palabra que «lindo» para describir la curiosidad de Felix—. Hyunjin, me estás asustando... ¿Qué pasa?

Hyunjin negó: él tampoco lo sabía.

Pero quería.

—¿Crees que está bien si te beso? —se atrevió a preguntar. Felix arqueó una ceja.

—¿Por qué harías eso? —No había más que curiosidad en sus palabras, y Hyunjin se sintió más valiente por eso.

—Porque quiero hacerlo.

Felix abrió la boca, pero nada más que un suspiro salió de ella. Ese gesto fue lo que Hyunjin necesitó para inclinarse y unir sus labios con los contrarios durante un par de segundos. No fue más que un roce, pero eso bastó para que el interior de Hyunjin explotara en nuevas emociones que se sentían correctas.

Al separarse, escuchó a Felix soltar un jadeo, y, aunque notó que su boca se abría para decir algo, no se lo permitió: volvió a juntar sus labios con los suyos y los dejó ahí en el mismo roce que le hizo creer que su corazón se abriría paso entre sus costillas y escaparía.

Se separó segundos después y miró los ojos dilatados de Felix, quien pareció haber perdido el sentido de la realidad, y solo se limitaba a soltar suspiros mientras acariciaba el pecho de Hyunjin con los dedos, sin ser consciente de que lo hacía.

Hyunjin solo supo que quería más; del momento, de la sensación cálida en su pecho, de la emoción que recorría sus venas; de Felix, así que volvió a unir sus labios una y otra vez, con la esperanza de entender por qué se sentía tan dolorosamente bien querer a Felix de esa manera.

Quizás perdió un poco el objetivo con cada beso que se daban, pero decidió que no importaba si tenía a Felix correspondiendo a lo que sea que estuviera pasando, porque entonces los dos podrían descubrir por qué el latir de sus corazones se sincronizó, más tarde, la próxima mañana; y, quizás, durante toda la vida.

Hyunjin entendió el deseo de un para siempre.

when I c u | Hyunlix [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora