06: Lágrimas del pasado que intervienen en el futuro

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Hola, yo soy el problema, soy yo.

A la hora del té todos están de acuerdo.

Miraré directamente al sol, pero nunca en el espejo.

Debe ser agotador siempre estar apoyando al antihéroe.

La primera vez que Felix se hirió tenía quince años.

Sus uñas habían sido las causantes: aruñaron su cuello hasta que hubo algo oscuro debajo de ellas. Y no pudo arrepentirse lo suficiente, porque el ardor en su piel hizo que su mente se callara lo suficiente como para saber que esa no sería la última vez.

Lo habían insultado, le habían tirado el almuerzo e incluso lo golpearon. Felix hubiese podido ignorarlo, como siempre hacía, si tan solo no hubiesen hecho algo más esa vez.

Manos calientes que tocaban en todas partes le habían hecho perder el aire incluso antes de que un par de fuertes brazos apretaran su cuello mientras burlas se oían a su alrededor. Felix no comprendía cómo algo que no eran golpes podía doler de peor manera hasta que entendió qué pasaba, qué le hacían. No supo en qué momento se perdió en el profundo y seco bosque que era su mente, pero no quería averiguarlo.

Cuando salió de él se encontró recostado en el cemento de una calle a unas cuadras de la escuela. Decidió que no quería saber cómo llegó allí, por lo que se limitó a caminar de regreso a casa con la esperanza de que su madre no fuera notificada por su ausencia en el resto de las clases.

No lo fue, y no le interesó por qué.

Felix solo supo, desde entonces, que estaba maldito.

Lo estuvo incluso antes de ser tocado; antes de ser descubierto siendo besado por un chico de un curso superior; incluso antes de contarle a su padre sobre el beso que había compartido con Hyunjin, y que él le gritara que jamás volvería a ver a ese maricón.

Felix no recordaba en qué punto el daño de sus uñas dejó de ser suficiente, pero sí el momento en el que una cuchilla atravesó la piel de su muñeca izquierda una vez, luego otra, y, en un parpadeo, su madre lo miraba con los ojos cristalizados mientras cubría las heridas con quién-sabía-qué-cosa, murmurando palabras que Felix no conseguía entender.

Fue obligado a asistir a terapia luego de eso.

La psicóloga le aseguró que la falta de su padre había provocado su atracción hacia los hombres. Felix no le creyó, pero siguió asistiendo a las sesiones.

Casi tenía diecisiete para entonces.

☁︎

Felix se encontró sentado en una piedra. Miraba las hojas secas de los árboles frente a él mientras se preguntaba por qué su mente parecía estar tan vacía y llena al mismo tiempo.

Justo en ese momento, un hilo de agua nació de la tierra. Felix se inclinó para verlo, pero escapó como si fuera una serpiente. Se abrazó a sí mismo entonces y decidió ignorar desde las hojas que se desprendían hasta las ramas que crujían, cada una intentando llamar su atención de alguna manera. Pero Felix sabía que encontraría recuerdos si se acercaba, por lo que jamás cedía.

Escuchó un sonido ajeno de su cabeza, por lo que abrió los ojos y se encontró con Isak frente a la puerta del cuarto.

—Felix, tu papá está aquí.

when I c u | Hyunlix [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora