Epílogo: Decisiones

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Cuando estoy contigo no hay nadie más, y tengo el cielo para mí mismo.

Cuando estoy contigo no hay nadie más. Me siento de una manera en la que jamás lo había hecho.

Octubre.

Hyunjin jamás se había sentido tan culpable por sentirse tranquilo, pero, ¿cómo podía importarle cuando estaba en el presente correcto? Felix pintaba en un lienzo algún tipo de girasol abstracto con una sonrisa en sus labios mientras se oía Dedicated To You desde el reproductor de vinilos en la cocina, mientras su madre horneaba unas galletas que, por fin, olían bien.

Hyunjin por fin entendió que caer en la desembocadura no fue algo terrible.

Tomó una bocanada de aire y una sonrisa se pintó en sus labios, como si mereciera que así fuera.

—Jinnie —Felix llamó con suavidad mientras alzaba el cuadro y se lo mostraba—. ¿Qué te parece? ¿Le pongo más pipas?

—Ni siquiera sé en dónde se supone que están, Pipi —bromeó, y Felix lo empujó sin fuerza—. Me parece que está perfecto así. ¿Vas a dejarmelo?

—No, tú ya tienes todos mis cuadros de cuando era niño. Le llevaré este a mi mamá en cuanto pueda verla.

La punzada de culpa le dolió tanto como su expresión pudo mostrar en cuanto pretendió que una daga se enterraba en su pecho con ayuda de un pincel.

«No quiero que vuelvas con ella, y eso me hace sentir tan miserable».

—No me había sentido tan traicionado desde que dijiste no tenías los escritos que prometiste darme —alegó.

—No seas dramático, ni siquiera te prometí que lo haría.

—Yo aún tengo los cuadros que pinté para ti.

—Lo sé, los vi escondidos en tu armario. ¿Realmente hiciste de mis pecas constelaciones?

—¡No se supone que vieras ese! ¡Es un borrador!

—Lo dejaste en tu escritorio, ¿cómo querías que no lo viera?

Hyunjin se quejó y ocultó su cara entre sus manos.

—Soy tan imbécil —murmuró, porque realmente lo creía. Escuchó un suspiro por parte de Felix y, pronto, manos cálidas hacían que su rostro fuera liberado.

—Estás así por algo más, ¿verdad? —Hyunjin mordió sus labios—. Dime qué es.

—No es... nada. —Felix le dio una mala mirada—. A veces pienso en que, pronto, no estarás aquí y, realmente, me siento mal por desear que no sea así. Y, otra veces, pienso en lo que hubiera pasado si tu tío no hubiera hecho nada. Aún me es difícil perdonarme por haberte hecho tener una esperanza que casi termina por ser rota. Verte tan mal fue horrible... en especial saber que fue por mi culpa.

Felix soltó un suspiro y mostró una pequeña sonrisa.

—¿Qué tengo que hacer para que entierres eso en el pasado?

—Nada, no es tu culpa, Felix...

—Tampoco tuya, deja de castigarte por eso, por favor. Me lastimas si lo haces.

—No quiero eso...

—Entonces detente.

—No sé cómo —confesó, avergonzado. Felix tomó una gran bocanada de aire y extendió los brazos. Hyunjin no dudó en hacer de ellos un refugio—. Te irás pronto, los abrazos no son buena idea.

—Lo son si eres aceptado en la universidad de Bergen. —Hyunjin se separó con brusquedad y lo miró alterado—. Dejaste los documentos en tu escritorio —contestó a la muda pregunta.

—No es... Es decir, no pienses que es por ti —se apresuró a decir. Felix sonrió de lado—. En parte lo es, pero... no hay universidades aquí. Debía irme a una, ¿no es así?

—Hyunjin...

—Lo digo en serio, Pipi. Tomé esta decisión por mí, lo juro.

Felix ensanchó su sonrisa.

—¿Entonces debo suponer que nos veremos allá?

—¿Qué quieres decir?

—Tu mamá me pidió que revisara la carta de aceptación mientras no estabas. —Frunció los labios y se acercó a su oído—. Adivina quién ingresó.

Se alejó en cuanto terminó de decir las palabras y Hyunjin boqueó.

—¿Estás jugando conmigo?

—Jamás lo haría, Jinnie. ¿Cómo podría hacerlo con algo como esto? También te quiero conmigo más tiempo. No debes... sentirte mal por no desear que me vaya, porque a veces tampoco quisiera hacerlo, porque... te quiero tanto como los girasoles al sol.

Hyunjin apretó los labios y se abalanzó hacia Felix. Lo estrechó entre sus brazos a pesar de las quejas, y convirtió el calor de sus cuerpos en un nuevo hogar.

—A veces siento que todo esto pasó demasiado rápido —confesó—. A veces no entiendo cómo llegamos a este punto, pero, maldición, Felix, estoy tan enamorado de esto... Me siento tan feliz de estar aquí.

Felix acarició el cabello de Hyunjin y soltó una risita.

—Estoy feliz de estar aquí también, Jinnie.

Y, por un segundo, Hyunjin sintió que merecía pertenecer a la calidez del hogar que Felix le ofrecía.

when I c u | Hyunlix [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora