09: A la orilla del miedo

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No puedo lanzarme a nadar cuando estoy ahogándome en este silencio. Cielo, déjame entrar. Sé paciente conmigo, cariño, aún era un niño cuando no tuve la oportunidad de sentir el mundo a mi alrededor. No tuve tiempo para elegir lo que escogí hacer, así que sé paciente conmigo.

Felix respiró profundo y tomó su teléfono. Pocos minutos atrás había sonado la notificación personalizada de su padre, y, aunque no se sentía listo para revisar qué decía, sabía que debía mirar lo que el hombre quería decirle.

Aguantó el aire y abrió el chat.

-Emmeline hará un almuerzo por el cumpleaños de Rachel.

-Te esperamos aquí a las dos, Felix.

-No es una sugerencia. Te quiero aquí.

-Sí, papá, estaré ahí.

Tardó más de diez minutos en enviar su respuesta, la cual recibió solo un «visto». Felix apagó el aparato y soltó un suspiro tembloroso. Con el corazón latiéndole como si planeara escapar, se levantó del suelo y decidió buscar algo que su padre considerara decente para el almuerzo.

Mientras se vestía rogó por no arruinar la tarde, aunque supo que sería imposible en cuanto estuvo parado frente a la puerta, con William mirándolo con dureza.

—¿Por qué no tapaste tus manchas? —acusó. El cuerpo entero de Felix se congeló mientras recordaba el recipiente de maquillaje oculto en la habitación de la casa.

—Perdón, olvidé el embase aquí. Lo haré enseguida, iré rápido y-

—No puedes —cortó con severidad. Felix tragó en seco—. Los invitados están aquí y tu cuarto está siendo ocupado —gruñó—. Por Dios, Felix, solo compórtate y no te hagas ver, ¿entiendes?

—Sí, papá —respondió, porque era lo único que podía decir. Si se atrevía a preguntar incluso por el uso de su habitación estaba seguro que le iría peor que mal.

William le dejó el paso libre y Felix entró a la casa decorada por todas partes, con la cabeza gacha.

—Will, cariño —Emmeline llamó en un murmullo mientras se acercaba a pasos rápidos—. Tenemos que sentarnos, casi todos están en sus lugares... Oh, Felix, hola.

—Buenas tardes, Emmeline.

Ella pasó la mirada de él hacia William, quien suspiró con pesadez.

«¿Qué hice mal ahora?».

—Ponte derecho, Felix, mira al frente y síguenos. Te sentarás a mi lado sin hacer ruido, comerás y luego te quedarás aquí un rato. Después puedes irte a casa de mi hermano de nuevo. Ha dicho que te has comportado; espero que siga así.

—Está bien, papá.

Sin decir una palabra más, Felix siguió a los adultos hasta el salón en donde una larga mesa blanca era ocupada por platos llenos de comida, centros de mesa y cubiertos brillantes. En cuanto pusieron un pie allí, las miradas se clavaron en ellos. Felix tuvo que poner la vista borrosa para no caerse ahí mismo.

Se limitó a saludar luego de que su padre lo hizo y lo siguió hasta un lugar, en donde tomó asiento y se dedicó a oír la conversación que todos mantenían mientras observaba con disimulo a su alrededor. Su mirada se detuvo en Olivia, quien hablaba con Rachel mientras sonreía y agitaba las manos.

El estómago de Felix se revolvió.

«Pude haber sido eso para ella si tan solo no hubiéramos crecido lejos... Deseo tanto ser igual de importante para ti que Rachel, Olivia. Perdóname por no haber sido valiente, merezco tu rencor».

when I c u | Hyunlix [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora