lady taylor ♡ maylor ❜ ✔️

chapter sixteen

✶ 🎨 ⋆｡˚ ⁞ CAPÍTULO DIECISÉIS ˚.*ೃ
las sospechas de lady dobson
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¿Había hecho algo mal?

Esa era la pregunta que no dejaba de pasar por la cabeza de Conde, quien lo único que atinaba a hacer era tragar con bastante nerviosismo. Si algo destacaba a Lord May era su preocupación a la hora de enfrentar problemas o situaciones en específico y ahora, justo ahora, estaba más inquieto que nunca.

Su Lady de un momento a otro comenzó a estar distante y a contestar con unos monosílabos que hacían que su estómago de revolviera; eso no era una buena señal. La última vez que una mujer le había dado una mala noticia y se había alejado de él esas mismas señales fueron vistas en ella. Brian May no quería que otra de sus enamoradas de alejara de él, Lord May no quería estar solo otra vez, no quería que su padre lo obligará a casarse con una mujer que no amaba, no quería que su amada se alejara de él. El rizado no podría soportarlo.

Pero tal vez estaba fingiendo simpatía y estaba pasando por un mal momento. Tal vez Lady Taylor tenía un problema que quería hablar con él.

Brian tenía mil preguntas, situaciones, realidades y preguntas que lo tenían paranoico. Comenzó a respirar cada vez más rápido y apretó los labios, tratando de contener sus palabras y reprimir sus preguntas, mas no pudo y desesperado comenzó a caminar de aquí para allá.

—¿He hecho algo mal, mi Lady? —preguntó tratando de que su voz no temblara—. Porque si he llegado a hacerlo está en toda libertad de decírmelo. Bueno, de hecho ahora mismo va a decirme algo. Lo siento, fue irrespetuoso de mi parte interrumpirla de tan manera, pero entiéndame mon amour, estoy un poco nervioso.

El Conde mientras decía eso no dejaba de moverse manteniendo sus manos detrás de la espalda, lo que lo hacía no perder su compostura, porte y elegancia.

¿Y qué pasa con Roger?

El Marqués Taylor no sabía qué hacer. Había pensado en su momento tan bien las palabras que le diría a su rizado, pero no, ya no podía. Sabía que debía decirle, pero de su boca no salían palabras. Verlo tan desesperado lo hizo sentir terrible, más que lo que ya se sentía con anterioridad; no le gustaba verlo así, le daban ganas de abrazarlo y besarlo hasta acabar con cada ápice de nervios que comían su interior.

Realmente el Conde se había convertido en su gran debilidad. Era como si se olvidara de sus miedos, tristezas e inseguridades, se olvidada de todo. Bueno, hasta que se veía, al ver su ropa recordaba lo que estaba haciendo, lo mal que estaba obrando y el daño que le estaba haciendo al hombre más hermoso que había conocido en toda su vida.

Pero por el momento no podía decir nada, porque tenía miedo. Un terror que lo carcomía. Roger pensó que estaba preparado para decirle la verdad a su amado, pero no, al parecer era un mero engaño el pensar que estaba listo.