chapter twenty one

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🎨 ˚ CAPÍTULO VEINTIUNO ˚.*ೃ
ofrenda de paz
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—Pourquoi la faucheuse ne me prend pas  —se quejó el rubio recostándose en el gran sofá del Duque

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Pourquoi la faucheuse ne me prend pas  —se quejó el rubio recostándose en el gran sofá del Duque.

El moreno, quien se hallaba tomando té en el sillón individual, puso los ojos en blanco y siguió leyendo un viejo libro.

—¿Puedes dejar de decirle a la muerte que te venga a buscar? —dijo el hombre con tranquilidad—. Estoy tratando de leer y tus quejidos son molestos. Gracias cariño, eres muy considerado.

Lord Taylor ignoró los reclamos de su amigo mientras con la manga de su chaqueta limpiaba las lagrimas furtivas que salían de sus ojos.

Cada recuerdo lo hacía ponerse nostálgico; pensar en lo que había sucedido hace tan poco le rompía cada vez más el corazón. Las palabras, los gestos, el rechazo y la culpa, lo estaban comiendo vivo.

—¿Qué haré, Frederick? —el Duque dejó su taza de té en una pequeña mesita y miró a su amigo frunciendo los labios—. Él no va a perdonarme jamás...

—Creo... Que deberías dejar que el tiempo cure la herida que dejamos en su corazón -Fred suspiró con pesar-. Brian es un hombre que necesita estar en paz con todo el mundo, así que dudo que su enojo dure por los siglos. Sólo... Debemos darle tiempo y esperar a que, bueno, las cosas vida mía, jamás volverán a ser como lo eran antes, pero al menos hay que ver si el caniche nos puede perdonar por la farsa que le hicimos creer y por el daño que le hicimos. La clave es esperar, a pesar de que nuestra paciencia es inexistente.

—¿Y si no lo hace nunca?

—Entonces debemos aprender a vivir con el hecho de que perdimos a uno de los mejores amigos que hemos tenido.

El silencio reinó en la habitación nuevamente. Frederick siguió leyendo y tomando su té tranquilamente, aunque por dentro no podía dejar de pensar en los hechos acontecidos; Roger siguió recostado en el sofá derramando una que otra lágrima.

La conversación entre joven Marqués y el rizado había transcurrido hace ¿Cuánto? ¿Un par de días? ¿Una semana? El rubio sólo sabía que era algo reciente.

Las palabras del Conde no dejaban de pasar por su cabeza en bucle. Cada gesto y cada mirada gélida; se torturaba con eso.

Frederick, quien tenía la costumbre de poner apodos, no se abstuvo de molestar a su amigo a pesar de que éste se había sumido en su máxima tristeza. No. Después de todo lo que habían hecho, el Duque pensaba que cada ápice de aflicción y pena se la merecían; trataba de tomarse con humor desde ahora en adelante todo lo que vendría y eso estaba haciendo. Roger ahora era su querido «raton laveur» puesto que en sus ojos habían unas ojeras dignas de ser comparadas con dicho animal, con el mapache.

lady taylor ♡ maylor ❜ ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora