chapter twenty

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🎨 ˚ CAPÍTULO VEINTE ˚.*ೃ
la verdad sale a la luz
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*ೃla verdad sale a la luz ━━━━━━━━━━━━━━━

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Miserable.

El Conde no sabía si esa era la palabra que más lo había identificado en su momento o era sólo la sensación superficial que emitía su ser. Miserable, infeliz, desdichado, desventurado, abatido; simples sinónimos que había tatuado con lágrimas en su piel y que ahora no lo hacían sentir nada. Porque eso era lo que sentía Lord May en ese preciso momento: Nada.

Ya no había pena; las lágrimas habían sido derramadas en su totalidad.

Las sonrisas que tanto lo distinguían desaparecieron en el mismo momento que salió de la casa del Duque de Orleans -El cual no se había aparecido en la casa de Brian-; sólo tenía moretones en su piel, fiel recuerdo de lo había sucedido. Memoria de porqué se había convertido en un ser miserable. Aquellos hematomas le hicieron recordar la mentira descabellada que le había quitado la jovialidad, sus sonrisas y toda su alegría.

Esa falacia le había quitado todo.

De lo único que tenía seguridad era de querer dormir, y eso era lo que hacía.

Habían pasado exactamente cuatro días desde que la verdad salió a la luz y Lord May en ningún momento vio los rayos del sol.

Las ventanas de su habitación estaban cubiertas por gruesas cortinas, las puertas estaban cerradas con llave; dio la orden explícita de que nadie lo molestara y sólo dejaba entrar a ese espacio que se había convertido en su refugio a Lady Dobson, quien solía traerle comida.

—Creo que debería comer, aunque sea un poco —recomendó la pelirroja sentada a los pies de la cama de Brian, quien solo se dedicaba a mirar el techo de su habitación—. No lo he visto siquiera probar bocado.

El hombre miró el plato de comida, el cual solo era una sopa de pollo, e hizo una pequeña mueca.

—No tengo hambre, Anita —susurró el rizado sin mirarla.

Lady Dobson suspiró y acercó la bandeja al cuerpo de su amigo.

—De todas las veces que he venido no te he visto ingerir alimentos.

—Anita —el Conde sacó la vista del techo y miró a la mujer; no demostraba emoción alguna —, por favor, no insistas.

La pelirroja reprimió un bufido y solo asintió, tomó la bandeja y se levantó de la cama de su amigo.

—Cualquier cosa... Joseph puede traerte comida.

—¿Ya te vas? —inquirió de forma neutral.

La mujer asintió.

—Lamentablemente sí. Le dije a unas amigas que me juntaría con ellas —volvió a dejar la bandeja en la cama y se acercó al rizado. Al estar junto a él, besó fugazmente su frente y le sonrió—. Trata de salir al patio a tomar aire, ¿sí? Mantenerte encerrado no hará que los problemas se vayan.

lady taylor ♡ maylor ❜ ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora