Armonía dolorosa

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Me parecía lo más extraño no escuchar la horrible alarma. Abrí como pude los ojos y el asombro hizo el resto. El traje ya no estaba, el pijama que llevaba puesto tampoco estaba en mi recuerdo. La cama era estrecha y la habitación estaba en malas condiciones.

— Alex, ya está el desayuno— Vocifera una voz de mujer.

Observé por segunda vez a mi alrededor y noté las manchas de humedad, los carteles gastados y el desorden del ropero. Pegué un salto y corrí hasta la cocina, mamá me estaba esperando.

— Mamá no sabes lo que...

No era ella. No era la mujer que yo esperaba encontrar. La señora lucía un traje de enfermera, y su estatura era casi como la mía.

—¿Quién sos? — me llevé las manos a la cabeza.

—¿Cómo quién soy, Alexander? Llegas tarde al colegio, date prisa.

Era incómodo, incluso aterrador pensar lo que estaba sucediendo. Todos actuando normal mientras yo, no conocía a nadie, en absoluto. Corrí la silla sin dejar de mirarla.

— Esto es mío— dijo una voz de un niño de cinco años robándome un pan con manteca.

—Lucas, eso no se hace, es de tu hermano— lo regañó la señora que decía ser mi mamá.

— Así que eres Lucas... y eres mi hermano— susurré.

El niño frunció el ceño.

— Mamá, Alex está loco — dijo aterrado.

— Así parece, estoy loco.

— No es novedad— responde la señora, digo, mamá.

Lucas había tomado una gran cantidad de panes donde lo hundía en la enorme taza de chocolatada. Mi estomago estaba sufriendo por el suyo. Me acerqué lentamente y le susurré:

— Ya que estoy loco... decime cómo se llama mamá.

Mientras Lucas intentaba digerir el pan entero, pensó por un momento la respuesta.

— Ella es Mariana— respondió sonriente.

Mariana. El mismo nombre que mamá. ¿realmente tenía que sufrir de esa manera?

— Basta de charlas— dijo ella secándose las manos— se me hace tarde al igual que ustedes. Lucas, busca tu mochila. Alex— me miró fijo— no faltes otra vez al colegio, por favor.

Ambos hicimos caso, Lucas corrió tras su mochila de Spiderman y yo me quede observando cómo se marchaban. Deduje que ella era enfermera y que Lucas, iba al jardín. Saludé levantando una mano y me mordí la lengua antes de gritar auxilio. Era emocionante revisar cada casa al estilo Sherlock.  

Entre pilones de papeles viejos, sin sentido, encontré una foto de un hombre diez años mayor que mamá, abrazándonos a mí y a Lucas. Otra vez un padre ausente, esto resultaba familiar.

Esa vez no iba a faltar al colegio, tenia la esperanza de ir y que todo vuelva a la normalidad.

Insulté varias veces mientras caminaba por el barrio, ya que el colegio quedaba a dos benditas cuadras de casa. Dudé por un momento, pero finalmente los uniformes azules hicieron que me una a ellos. Extrañaba socializar con extraños que no sean conocidos pero mis conocidos eran desconocidos. En fin, ya estaba entregado. Algo en la mente manejaba todo por instinto. Conocía mi salón, hasta quienes eran y mis amigos y los que no también.

— Apareces un día de examen, no es de sospechar. — suelta desafiante una chica con pecas y mirada despectiva.

—¿Qué? ¿hoy?

Sin retornoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora